Lectura: Tito 3:1-8

Al poner nuestra confianza en Jesús como nuestro Salvador y Señor, no solamente somos perdonados, sino que también somos transformados espiritualmente gracias a la actividad renovadora del Espíritu Santo.  “Él nos salvó, no por las obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino según su misericordia; por medio del lavamiento de la regeneración y de la renovación del Espíritu Santo” (Tito 3:5).

Refiriéndose a sí mismo, el escritor Michel Green lo describe de la siguiente forma: “un embrión de gánster que ya tenía una lista de delitos de los que la sociedad podría acusarme, y pecados que me acusaban por cuenta propia”.  Hoy este hombre es un capellán militar.

He aquí su testimonio: El Cristo vivo me ha dado lo que ningún tribunal, psiquiatra, ni agente judicial de vigilancia pudo darme: la conciencia de los pecados perdonados… El gozo de una esposa amorosa, dos hijos y un hogar feliz y estable me han mostrado que a través del Cristo vivo, hasta alguien como yo, a quien un magistrado describió como: “una amenaza social”, puede llegar a ser un instrumento de valor en Sus manos.  Eso es parte del cambio que Jesús ha hecho y sigue haciendo en mí.”

Cuando nos damos cuenta de nuestra necesidad del perdón de Dios y creemos en Jesús, el Espíritu Santo lava nuestros pecados y nos convierte en personas nuevas (Tito 3:5).  Luego, mientras andamos por el Espíritu, Él sigue obrando en nosotros para hacernos más semejantes a Cristo.  “Ahora que vivimos en el Espíritu, andemos en el Espíritu” (Gál.5:25).

  1. ¿Has sido transformado? Si tu respuesta es sí, ¿aun continúas creciendo?

 

  1. Cuando Jesús entra a una vida, lo cambia todo.

HG/AC/MD

“Él nos salvó, no por las obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino según su misericordia; por medio del lavamiento de la regeneración y de la renovación del Espíritu Santo” (Tito 3:5)