Lectura: Mateo 15:21-28
Era el año de 1953 cuando se creó la compañía química Rocket. Su planilla apenas la conformaban tres personas y aun así se embarcaron en el viaje de la creación de una línea de solventes y desengrasantes anticorrosivos, para la floreciente industria aeroespacial.
Perfeccionar su fórmula les tomó 40 intentos, hasta que dieron con la receta secreta que se convertiría en su mayor éxito, el WD-40, que son las cifras en inglés para Desplazamiento de Agua, intento #40, el cual sigue tan vigente hoy como hace ya tantos años. Esta es una verdadera historia de persistencia.
En nuestra lectura devocional leímos una historia que también evoca a la persistencia. En ella una mujer cananea quien tenía una hija dominada por un demonio, estaba desesperada por esa situación, y no perdió el tiempo en buscar ayuda cuando se dio cuenta que Jesús estaba en su región.
Esta mujer clamó a Jesús cuando todo parecía estar en su contra: su procedencia, su trasfondo religioso, su género, los mismos discípulos, Satanás, y “aparentemente” hasta el mismo Jesús (Mateo 15:22-27).
A pesar de todos estos obstáculos la mujer no se dio por vencida, se abrió camino física y espiritualmente, surcó los oscuros corredores de la dificultad, el desprecio y el rechazo. Buscó la misericordia y la gracia de Dios, y el resultado que obtuvo fue: Jesús alabó su fe y sanó a su hija (v.28).
- Como creyentes también debemos ser perseverantes en nuestra fe; si continuamos nuestra carrera en la fe, encontraremos la gracia y la misericordia divina en el tiempo de aflicción, ese el principio que Jesús estaba mostrando en esta historia.
- Dios se agrada de que seamos persistentes en la oración, el estudio de Su Palabra, en compartir las buenas nuevas con quienes nos rodean y reunirnos con otros para crecer aún más en nuestra fe.
HG/MD
“Entonces respondió Jesús y le dijo: ¡Oh mujer, grande es tu fe! Sea hecho contigo como quieres. Y su hija fue sana desde aquella hora.” (Mateo 15:28).