Lectura: Filipenses 4:10-19

Un entrenador de futbol, comentaba que al inicio todos en su equipo odiaban el ejercicio 10 por 100, con el cual terminaban las prácticas diarias.

Antes de que terminara la sesión de entrenamiento y pudieran irse a las duchas, debían correr 100 metros, 10 veces a toda velocidad, con un mínimo de descanso entre cada repetición.  Si no lograban realizarlo en un determinado tiempo, debían repetir el ejercicio una vez antes de retirarse a descansar.

Los jugadores odiaron el ejercicio hasta que empezaron a ver resultados en los partidos que jugaban, descubrieron que su capacidad de resistencia aumentaba partido a partido, y se alegraron aun más cuando obtuvieron la copa del campeonato.

El apóstol Pablo también utilizó las metáforas del entrenamiento y la competencia en sus enseñanzas. Durante sus viajes se sometió a jornadas extenuantes para compartir el mensaje, también sufrió penurias y maltratos en su afán de cumplir con la misión encomendada por nuestro Señor (2 Corintios 11:16-33).

Al menos dos veces en Filipenses 4, el apóstol Pablo utiliza las palabras: “he aprendido” (vv.11-12).  Seguir a Jesús es un proceso de aprendizaje que abarca toda la vida, tal como los deportistas necesitan entrenar y jugar constantemente antes de obtener su máximo nivel, nosotros crecemos en la fe al permitir que Dios, por medio de Su Palabra y del Espíritu Santo, nos dé el poder para servirle.

  1. De la misma forma que Pablo aprendió el servicio a Dios por medio de las diferentes circunstancias que vivió, las buenas y las no tan agradables, nosotros también pasaremos por esas diferentes circunstancias de la vida que nos harán madurar.
  2. Permitamos que Dios nos entrene, ya que la obra de Dios apenas empieza cuando le permitimos ser Señor y Salvador de nuestras vidas.

HG/MD

“No lo digo porque tenga escasez pues he aprendido a contentarme con lo que tengo” (Filipenses 4:11).