Lectura: Éxodo 14:10-14
El inicio del andar con el Señor puede ser de las situaciones más complicadas en la vida de un creyente, ya que no todo es felicidad y gozo; en algunas ocasiones las inseguridades empiezan a aparecer con los primeros errores que cometemos luego de hacer nuestra decisión de seguir al Señor.
Cuando esto sucede pueden existir dudas y muchos pueden llegar a pensar que en cualquier momento volverán a caer en los antiguos hábitos pecaminosos. No obstante, hay algunos pasajes como los que citamos en este devocional, que nos ayudarán en esos momentos difíciles.
El primer pasaje es: “El Señor combatirá por ustedes, y ustedes se quedarán en silencio” (Éxodo 14:14). Moisés dijo estas palabras ante los desanimados y temerosos israelitas quienes recién acababan de salir de la esclavitud en Egipto y ahora eran perseguidos por el Faraón.
Otro pasaje que nos puede ayudar en esos momentos es: “Estén quietos y reconozcan que yo soy Dios…” (Salmo 46:10). Vivimos en un mundo rodeado de tentaciones, y este llamado a “estar tranquilos” debe animarnos. Permanecer tranquilos y en calma mientras confiamos en el Señor en medio de situaciones estresantes, debe ser la constante de todo creyente.
Sin lugar a duda, cuando nos tranquilizamos podemos analizar con mayor claridad las situaciones y pensar mejor antes de actuar, entendiendo en qué clase de Dios hemos puesto nuestra confianza.
Finalmente, como creyentes debemos reconocer que sin Dios somos débiles, y que someternos a Él nos ayudará a conocerlo mejor. Esto nos lo recuerda el apóstol Pablo en 2 Corintios 12:10: “… porque cuando soy débil, entonces soy fuerte”.
- Aprendamos a estar tranquilos y a confiar en Dios aun en medio de la tormenta más terrible.
- Dios tiene cuidado de ti, por eso cada día habla con Él y cuéntale tus temores y miedos con sinceridad, pídele que te ayude a entender la mejor manera de enfrentarlos.
HG/MD
“Por eso me complazco en las debilidades, afrentas, necesidades, persecuciones y angustias por la causa de Cristo; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte.” (2 Corintios 12:10).
Cuando las dudas o el miedo ataquen, recuerda: Dios no te pide que pelees solo, sino que confíes mientras Él actúa. La quietud no es derrota, sino la postura de quien sabe que el Señor está trabajando a su favor. En tus momentos de debilidad, ahí es donde Su fuerza se muestra perfecta.