Lectura: Hechos 28:11-16, 30-31

Aunque en ocasiones las malas noticias resuenan en los medios de comunicación, también este mundo está lleno de pequeños actos de valentía y coraje que cambian vidas y nos llenan de optimismo.

Algunos ejemplos que podemos mencionar son los siguientes: un bombero que entra en un edificio en llamas para rescatar a personas atrapadas. Un testigo quien a pesar de las amenazas se presenta en un juicio para decir la verdad. Una persona que supera el miedo a volar para visitar a un ser querido en problemas.  Una sobreviviente de abuso quien comparte su historia para ayudar a otros.

Estas mismas cualidades las vemos en el apóstol Pablo. Hechos 13–28 registra su coraje en una situación horrorosa tras otra. Después de naufragar mientras viajaba para ser juzgado ante el César, desembarcó al sur de Roma, donde lo recibieron muchos hermanos en Cristo (Hechos 28:11-15).

Lucas escribió: “… al verlos, Pablo dio gracias a Dios y cobró aliento” (Hechos 28:15). Durante los dos años siguientes, ya prisionero, le permitieron vivir en una casa alquilada por él mismo, donde “…recibía allí, predicando el reino de Dios y enseñando acerca del Señor Jesucristo, con toda libertad y sin impedimento” (Hechos 28:30-31).

Como creyentes y discípulos de Cristo podemos ser dadores constantes y también receptores de valentía. El Señor puede utilizarnos hoy para animarnos o para fortalecernos unos a otros.

  1. Te invitamos a realizar pequeños actos de valentía y a mostrar el coraje que nos caracteriza como hijos e hijas de Dios, ante circunstancias difíciles.
  2. Aprovecha esta semana para animar a las personas con las que te relacionas.

HG/MD

“Sin embargo, no estimo que mi vida sea de ningún valor ni preciosa para mí mismo, con tal que acabe mi carrera y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios” (Hechos 20:24).