Lectura: Proverbios 3:1-12

Quizás para la mayoría pueda parecer insignificante, pero una pequeña coma, le costó millones de dólares a un banco.  El error se cometió en la redacción de un contrato con un cliente, y se debió a que ubicaron una coma donde no debía en una cifra crucial.  La compañía “beneficiada” por el error insistió en que el banco debía cumplir con el contrato tal como está escrito.

Desafortunadamente para el banco, las cortes avalaron el contrato, con lo que el error cometido en una ecuación ajustó equivocadamente a la baja el precio de venta, y les costó millones.

Esa es la forma en la cual el pecado actúa.  Tiene un alto costo, a pesar de que en el momento pueda parecer muy pequeño.  Aparentemente transgresiones inofensivas pueden terminar haciendo un gran daño.  Llevar unos kilos de más, puede costarle un tiempo valioso a corredor en una carrera importante.  Del mismo modo, una “raíz de amargura” o el odio en nuestras vidas, pueden producir un daño espiritual enorme para nosotros mismos, para los demás, y para nuestra relación con Dios ( Heb 12:15).

En Proverbios 3:11-12 se nos dice que podemos esperar el castigo de Dios, si desobedecemos. Es por eso que sería prudente obedecer como dice Proverbios 3:7: “No seas sabio en tu propia opinión: Teme al Señor y apártate del mal”.

Si tomamos a Dios y Su Palabra en serio, vamos a odiar a cualquier pecado en nuestras vidas, ya sean grandes o pequeños.

  1. ¿Qué hay de ti? ¿Estás dejando que algún pecado te enrede y reduzca la velocidad tu carrera cristiana? (Heb. 12:2). Reconoce en este momento ante Dios tus pecados, o tendrás un costo mucho más alto después.
  2. Destruye la mala hierba del pecado, mientras todavía es pequeña.

HG/MD

“No seas sabio en tu propia opinión: Teme al Señor y apártate del mal” (Proverbios 3:7).