Lectura: Mateo 26:6-13

Los héroes de la fe son personas a las cuales normalmente no les daríamos ese título.  Y un ejemplo de eso es una mujer de la cual aprendimos en nuestra lectura devocional.  Jesús dijo que de ella se hablaría, “dondequiera que este evangelio sea predicado en todo el mundo, también será contado lo que esta mujer ha hecho” (Mateo 26:13). 

Y es que ella había provocado un escándalo entre algunos de los que cenaban con el Señor, debido a su extraña generosidad al ungir la cabeza de nuestro amado Señor, con un costoso perfume en un frasco de alabastro que valía el salario de un año de la época.

“¿Para qué este desperdicio?”, fueron las palabras de quienes preguntaron con “gran” preocupación por los pobres.  Muchas veces, las personas hacen prejuicios sin pensar exactamente en las implicaciones de lo que están diciendo, quizás si se hubiera tratado del funeral del Señor, ellos no hubieran dicho nada, pero se “indignaron” cuando aquella mujer “malgastó” aquel perfume tan fino en una persona con vida, y más que se trataba de un “predicador” que antes laboraba como un simple carpintero.

Al imaginarnos aquella situación, podemos aprender una valiosa lección, hemos de dar lo mejor de nosotros por aquellos a los cuales amamos; muchas veces esperamos para expresar nuestro cariño y aprecio por alguna persona, hasta que ha partido de este mundo, lo cual en realidad no tiene mucho sentido pues la persona ya no está.

1. ¿Tienes algún amigo o familiar a quien siempre has deseado decirle gracias, o reconocer lo mucho que significa para ti?  Si es necesario ofrece tu perdón a una persona que antes haya sido tu amigo.

2. No pospongas para mañana, las palabras de cariño y respeto que le quieres decir a esa persona; es probable que incluso las esté necesitando.

HG/MD

“Su amabilidad sea conocida por todos los hombres. ¡El Señor está cerca!” (Filipenses 4:5).