Lectura: Romanos 12:3-8

Según un estudio realizado a 350.000 personas, 4 de cada 5 personas tienen un empleo que no corresponde a sus habilidades.  Este estudio también indica que, aunque las empresas comúnmente tienen como uno de sus parámetros más importantes para contratar a una persona, su preparación académica y experiencia, en la práctica si se utilizan solamente esas dos variables, es muy difícil determinar si realmente la persona es la adecuada o no para el puesto. Finalmente han llegado a la conclusión de que lo verdaderamente importante es la actitud para realizar cierto tipo de trabajos.

En la obra del Señor sucede algo similar, aunque factores como el talento o la experiencia pueden ayudar, no deben ser los prioritarios a la hora de ubicar a una persona para servir en un determinado ministerio; realmente los dones dados por el Señor son los esenciales para que seamos eficaces en su servicio.

Por medio del Espíritu Santo, Dios dota a cada creyente sobrenaturalmente con dones espirituales para que sirva en Su iglesia (Romanos 12:3-8; 1 Corintios 12).  Cuanto más pongamos esos dones al servicio de otros, más fácil será ejercerlos. 

El Señor desea que cada uno descubra y confirme los dones que nos ha dado para cumplir con Sus propósitos; los dones nunca son para traer atención hacia nosotros, siempre deben ser usados para llevar toda la gloria a nuestro Dios (Isaías 42:8).

1. Si has identificado tu don, ofrécelo al Señor y sirve a otras personas.

2. Muchas personas cometen el grave error de enterrar sus dones, no seas uno de ellos.

HG/MD

“A cada uno de nosotros se nos da un don espiritual para que nos ayudemos mutuamente” (1 Corintios 12:7 – NTV)