Lectura: Salmos 78:1-7

Conocí a Caleb, Oscar y José desde que estaban muy pequeños, eran sólo un trío de chicos que no estaban interesados ​​en muchas cosas, excepto en el futbol y la diversión. En algún momento cuando llegué a ser su líder de jóvenes les enseñé lo que pude acerca de todo cuanto conocía y sobre cómo vivir la vida cristiana.

Todos tenemos oportunidades como estas. Incluso si no somos maestros o líderes de jóvenes, todos de alguna forma influimos en personas más jóvenes. Podemos esforzarnos por ser un buen ejemplo, alentadores, motivadores, buenos maestros, e influir a través de nuestro testimonio de lo que Cristo ha hecho en nuestras vidas.

La Escritura sugiere lo importante que es esto.  El apóstol Pablo tuvo un joven discípulo llamado Timoteo y lo llevó con él en su segundo viaje misionero (Hechos 16:1-5). En Tito 2:3-4 Pablo le da a este joven pastor una instrucción: “las mujeres mayores…encaminen en la prudencia a las mujeres jóvenes: a que amen a su marido y a sus hijos”

Si queremos trasladar nuestro legado de fe a la siguiente generación, tenemos que ser conscientes de nuestra labor de instruir a los jóvenes, pasando el tiempo necesario para dejar una huella positiva en ellos.

Hoy, muchos años después de conocernos, Caleb, Oscar y José están todos casados ​​y viven para el Señor, pasan su fe a una nueva generación, incluyendo a sus 9 hijos.   ¡Qué emoción siento de haber tenido un papel tan importante en la orientación de sus vidas!

Mira a tu alrededor. Hay gente joven a la que puedes ayudar.  Acércate a ellos y enséñales a vivir para el Señor.

  1. ¿Conoces a una persona joven en quien puedes influir de una manera positiva? ¿Cómo la puedes animar a vivir para Dios y para que sea capaz de compartir el Evangelio con los demás?
  2. Cuando enseñamos a los jóvenes, no sólo estamos pasando tiempo con ellos, estamos invirtiendo en sus vidas y en otras personas en el futuro.

HG/MD

“Instruye al niño en su camino; y aun cuando sea viejo no se apartará de él.” (Proverbios 22:6).