Lectura: Santiago 4:1-6

En el mundo en el cual vivimos siempre existe la expectativa de recibir algo para nuestro beneficio, y a menudo nuestras metas tienen como objetivo: obtener, obtener y obtener, y si es gratis mejor.

Hay muchas compañías que dan dinero tan solo para mejorar su imagen corporativa. Y de hecho existen países que hacen donaciones a otros tan sólo para ganar “algo” a cambio.

Es por eso que muchas personas están acostumbradas a dar para recibir.  Este es un error de concepto, no siempre deberíamos dar para recibir algo a cambio.  Entonces, ¿a dónde se fue el verdadero motivo para dar?

Empezaremos con algo crucial, y es que dar no debería basarse en la capacidad del otro para devolver, dar por amor es desprenderse de lo que tenemos para ayudar a otros.

Tomemos el ejemplo de Dios, los seres humanos no tenemos forma posible de devolverle a Dios todo lo que nos ha dado inmerecidamente.  Dios no da para recibir. Da por su carácter. Da cualquier cosa buena que necesitemos (Números 10:32). No nos da lo que queremos egoístamente.

También Dios nos da “pan de congoja y agua de angustia” cuando necesitamos aprender una lección (Isaías 30:20). Y nos da fortaleza cuando somos débiles y estamos listos para dejarnos vencer (40:29).  Además, Dios nos da la victoria sobre el pecado y la muerte (1 Corintios 5:57). Nos da una vida de verdad (2 Corintios 3:6). Nos da mayor gracia (Santiago 4:6) y una esperanza para siempre.

Dios da perfectamente, llenándonos de bendiciones. Lo que viene de su mano es para nuestro bien y en esa verdad se pueden entender todas las cosas. Da más de lo que merecemos. Da con mano soberana. Da por su profundo amor hacia nosotros.

  1. Cambiemos nuestra forma de dar y empecemos a dar de verdad.
  2. ¿Qué vamos a dar hoy?

HG/MD

“Pero él da mayor gracia. Por eso dice: Dios resiste a los soberbios, pero da gracia a los humildes” (Santiago 4:6).