Lectura: Salmo 107:1-9
Una joven estudiante universitaria pasó sus vacaciones como voluntaria en un orfanato. El último día de su pasantía fue a despedirse de los niños. Una pequeña estaba muy triste al saber que se iba y le dijo: “Mañana nos dejas tú, y la semana que viene se van las otras tías”, refiriéndose a otras jóvenes voluntarias.
Cuando la joven reconoció que se iba, la niña exclamó en un tono muy triste: “Nos quedaremos totalmente vacíos. ¡Se irán todos!”. La joven oró en silencio un momento y contestó: “En verdad, como lo hemos visto en la Biblia, Dios siempre estará ahí, a una oración de distancia, así que no estarás totalmente vacía, ni sola” (Romanos 12:12).
En esta época del año muchas personas experimentan el sentimiento de estar “totalmente vacías”. Y sin lugar a duda ese vacío no es algo que puedan satisfacer las amistades, el amor, el sexo, el dinero, el poder, la popularidad o el éxito; nada de este mundo puede llenarlo, pues pronto desaparece su efecto.
Fuimos hechos para Dios, y al final de cuentas, nada fuera de Él nos satisfará. Sin Él quedamos totalmente vacíos.
- Solamente Cristo satisface nuestro vacío interior.
- Al dejar que Jesús llene ese vacío verás que pronto experimentarás la diferencia de tener una vida con propósito.
HG/MD
“Porque él sacia al alma sedienta y llena de bien al alma hambrienta” (Salmo 107:9).