Lectura: Lucas 22:24-27
“Yo no soy su sirvienta”, esa fue la reacción de la madre cuando uno de tantos días en los que la exigencia de ser madre de dos hijos pequeños de 6 meses y 3 años, parecían haberla superado. Mientras ayudaba a su esposo a buscar sus zapatos de trabajo, le daba de comer al bebé y sacaba de debajo de la cama el juguete perdido de su hijito de tres años.
Más tarde, ese mismo día mientras leía la Biblia, encontró este versículo: “Porque, ¿cuál es el más importante: el que se sienta a la mesa, o el que sirve? ¿No es el que se sienta a la mesa? Sin embargo, yo estoy en medio de ustedes como el que sirve” (Lucas 22:27).
Nuestro Señor Jesús no tenía por qué haberles lavado los pies a sus discípulos, pero aun así lo hizo (Juan 13:5). Había otros que habrían podido hacerlo, pero el Señor prefirió hacerlo Él mismo.
El mundo actual es persistente en la idea de que debemos tener cierto “estatus”: debemos tener un gran trabajo, ser reconocidos por nuestros logros y que otros reconozcan nuestro liderazgo en la iglesia. No obstante, sin importar el lugar que ocupemos en la posición que ejerzamos, debemos aprender de nuestro Señor sobre cómo servir.
- Cada uno de nosotros tiene diferentes roles en la vida, algunos son padres, otros hijos, amigos, trabajadores, líderes o estudiantes. La pregunta es: ¿realizamos estas tareas con una actitud de servicio?
- Aunque el trabajo que realice sea agotador, doy gracias porque el Señor me ayudará; es un privilegio seguir sus pasos y servir a los demás.
HG/MD
“Porque, ¿cuál es el más importante: el que se sienta a la mesa, o el que sirve? ¿No es el que se sienta a la mesa? Sin embargo, yo estoy en medio de ustedes como el que sirve” (Lucas 22:27)
0 comentarios