Lectura: 2 Reyes 5:1-15
Un par de niños estaba jugando un juego que requería cierta habilidad para jugarlo pues demandaba mover cosas de un lugar a otro. Luego de un rato de jugar, uno de los niños le dijo al otro: “Sabes, lo estás haciendo mal. Estamos jugando mi juego favorito y yo quiero jugarlo como siempre lo he hecho, de lo contrario no vamos a seguir jugando”. Este tan sólo es un ejemplo del deseo que tienen muchas personas de hacer cosas sólo a su modo; este mal hábito inicia desde que somos muy pequeños.
El capital del ejercito del rey de Siria, Naamán, estaba muy acostumbrado a que todo se hiciera como él quería. Pero un día de tantos una enfermedad incurable lo visitó.
Entonces, la sierva de su esposa, a quien habían capturado en Israel, le sugirió que acudiera a Eliseo, el profeta de Dios, para que lo sanara. Por supuesto Naamán estaba desesperado, y salió rápidamente a verlo, él esperaba ser tratado con todo el “respeto y protocolo” que un hombre de su clase merecía
No obstante, cuando Eliseo simplemente le mandó a decir que se sumergiera siete veces en el río Jordán, ¡Naamán, tomó la “solución” de muy mal modo, pues posiblemente lo consideró como una burla hacia su prestigio, y se negó (2 Reyes 5:10-12). No se curó hasta que finalmente se humilló e hizo las cosas como Dios quería (2 Reyes 5:13-14).
Estoy casi seguro de que alguna vez le has dicho a Dios: “Lo haré como yo quiero”, y con el tiempo seguramente aprendiste que la manera de Dios siempre es la mejor.
- Señor, enséñanos a tener un corazón humilde y dispuesto a escoger tus métodos y no los nuestros.
- Ayúdanos a entender que “no soy yo”, sino “tú en mi Señor”.
HG/MD
“A él le es preciso crecer, pero a mí menguar” (Juan 3:30).
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