Lectura: Romanos 10:1-13

Ya he perdido la cuenta de cuantos tipos de excusas son las que usan las personas para rechazar el evangelio.  Una de las más comunes es echarles la culpa a los creyentes, por lo que algunos dicen: “Es que conozco a un creyente que me trató muy mal”; “fui a la iglesia y nadie me habló”; “esa persona dice ser creyente y lleva una vida desordenada”.

Por supuesto, tenemos que reconocer que los creyentes distan de ser perfectos y algunos incluso pueden llegar a ser malos ejemplos.  Pero echarle la culpa a uno de estos creyentes que ha cometido errores, no puede eliminar la responsabilidad que todos tenemos delante de Dios.

La verdad que se encuentra en el evangelio no depende de la manera en que algunos vivan su fe.  La salvación es algo entre cada uno de nosotros y Dios, tal como dice el apóstol Pablo en Romanos 10:9: “que si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor y si crees en tu corazón que Dios lo levantó de entre los muertos, serás salvo”.

Sin duda existen creyentes que tienen un mal testimonio personal y son dignos de un llamado de atención por su manera de vivir, pero ciertamente nadie puede señalar a Jesús por haber hecho algo incorrecto, tal como concluyó Poncio Pilato en su juicio: “…no he hallado ningún delito en este hombre de todo aquello que lo acusan” (Lucas 23:14).

Jesús hizo algo que nadie más podía hacer, y soportó un castigo del cual no era merecedor, todo con el fin de proveer salvación para cada uno de los creyentes, nadie con un poco de vergüenza puede decir: “No voy a escuchar lo que dice el evangelio porque no me gusta lo que Jesús hizo por mí”.

  1. No te distraigas buscando fallas en los otros, mira a Jesús, ya que Él es el único camino al cielo.
  2. No existe ninguna excusa válida para decirle NO a Jesús.

HG/MD

“Que si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor y si crees en tu corazón que Dios lo levantó de entre los muertos, serás salvo” (Romanos 10:9).