Lectura: 1 Tesalonicenses 5:1-11
Un padre llegó a recoger a su hijo adolescente a una actividad que habían organizado en su escuela secundaria. Cuando llegó al estacionamiento, a unos diez metros de donde se encontraba el joven, su padre lo vio a la distancia y decidió probar cuánto tardaría su hijo en notar que estaba allí, pues estaba muy entretenido viendo su teléfono inteligente.
Pasaron 15 minutos y el joven aún no notaba la presencia de su padre, y fue hasta que le tocó la bocina del automóvil, que pudo captar la atención del joven.
El muchacho con un tono enojado le dijo a su padre: “¿Dónde has estado? Estoy congelándome y desde hace 10 minutos te espero” El padre inmediatamente le contestó: “llevó 15 minutos esperándote y estaba justamente aquí, a unos pasos de ti”.
¿Crees que como creyentes nos parecemos a este joven ensimismado en sus asuntos, ignorando la presencia de nuestro Señor? ¿Estamos tan ocupados con el sin fin de cosas que nos ofrece este mundo? ¿O estamos esperando Su llegada y comprometidos con el servicio para Dios?
No es fácil mantenerse atentos al regreso del Señor, casi siempre nuestra relación con Dios está en un segundo plano y no forma parte de nuestras prioridades; si es así recordemos y analicemos las palabras del apóstol Pablo: “Por tanto, no durmamos como los demás sino vigilemos y seamos sobrios” (1 Tesalonicenses 5:6). El Señor está siempre a nuestro lado, nunca lo olvides.
- Necesitamos vivir activamente nuestra fe en Jesús mostrando en nuestras vidas Su carácter y prioridades.
- Hemos de estar listos para el último momento, siempre atentos y preparados.
HG/MD
“Por tanto, no durmamos como los demás sino vigilemos y seamos sobrios” (1 Tesalonicenses 5:6).