Lectura: Efesios 2:1-10

Muchas personas han oído el hermoso himno “Sublime Gracia”, pero seguramente la mayoría de ellas no entienden lo que significa la palabra: “Gracia”.

Se cuenta que un día el predicador D.L.Moody (1837 – 1899), luego de haber estado estudiando el significado de la palabra gracia de Dios, se le ocurrió una idea; salió a media calle y le preguntó a la primera persona que vio: ¿Conoces la gracia?  Desconcertado por la pregunta, el hombre le contestó: “Nunca he oído esa palabra” A partir de esa respuesta, Moody le explicó: “simplemente significa que Dios tiene compasión por los seres humanos que le siguen; les ofrece su perdón gratuito, y una vida nueva por medio de la fe en Cristo Jesús”.

En una de mis conversaciones hablé con un hombre que decía de sí: “No soy merecedor del perdón de Dios”.  El no comprendía que la gracia de Dios es justamente para aquellos que no se la merecen.

En su epístola a los Efesios, el apóstol Pablo describió que antes de seguir a Cristo como nuestro Señor y Salvador, estábamos “…muertos en sus delitos y pecados” (Ef.2:1), describió nuestra situación desesperada y añadió dos sencillas palabras: “Pero Dios…” (Ef.2:4).  Estas palabras introducen el mensaje de la misericordia y gracia de Dios, que dan el perdón y la nueva vida en Cristo.  Concluye con un mensaje de salvación, el cual es: “…por medio de la fe; y esto no de ustedes pues es don de Dios.  No es por obras, para que nadie se gloríe” (Ef.2:8-9).

  1. Cuando ayudamos a otras personas a entender las maravillosas palabras del perdón de Dios, en un mundo que muere y no encuentra por sí mismo la solución, mostramos la gracia de Dios.
  2. El primer paso para recibir el mensaje de vida eterna, es admitir que no merecemos la gracia de Dios.

HG/MD

“Porque por gracia son salvos por medio de la fe; y esto no de ustedes pues es don de Dios.  No es por obras, para que nadie se gloríe” (Efesios 2:8-9)