Lectura: Números 13:25-14:9
Resulta prácticamente inevitable que algún problema invada nuestras vidas de vez en cuando. ¿Quién no ha recibido una mala noticia sobre la salud de un familiar?, ¿Sufrido por amor?, ¿O ha experimentado el dolor de un sueño roto o una esperanza frustrada? Y podríamos continuar enumerando situaciones nada agradables, pero cuando esto ocurre como creyentes tenemos dos opciones, enfrentarlas solos o acudir a Dios por ayuda.
La primera opción nunca es una buena idea, ya que podemos terminar en un lugar más desagradable del que empezamos, culpando a otros por nuestras equivocaciones, a Dios mismo, o deprimirnos en el desánimo, tal como les sucedió a los israelitas en Números 14:1-4, al caer en desesperación y depresión.
La mayoría de los espías quienes fueron a investigar lo que les esperaba en la tierra prometida, no encontraron algo que los inspirara, más bien fueron intimidados por las ciudades fortificadas, gigantes malhumorados y personas que no estarían dispuestas a renunciar fácilmente a lo que habían conseguido. Y para expresarlo al pueblo utilizaron seis acciones que ejemplificaron su miedo (Números 13:31-33):
- No podremos subir contra aquel pueblo,
- …porque es más fuerte que nosotros.
- …comenzaron a desacreditar la tierra que habían explorado.
- …es tierra que traga a sus habitantes.
- Todo el pueblo que vimos en ella son hombres de gran estatura…
- …a nuestros propios ojos, parecíamos langostas; y así parecíamos a sus ojos.
Nunca pensaron que eran los escogidos de Dios y que esa era la tierra que Él les había prometido. Habían sido testigos presenciales de los milagros en Egipto y sus pies habían caminado por el lecho seco del Mar Rojo, para obtener una victoria que dejó a todos boquiabiertos. La fidelidad de Dios se había evidenciado de manera asombrosa. ¡Qué memoria tan corta! ¡Qué decepcionante incredulidad! Lamentablemente, habían dado sus espaldas al Señor y abandonado la bendición.
Por el contrario, Caleb y Josué optaron por acudir a Dios con esta confianza: “con nosotros está el Señor. ¡No les teman!” (Números 14:9).
- Cuándo se te aparezcan los gigantes, ¿qué harás?
- ¡Ánimo! Los problemas son temporales, pero la presencia de Dios es permanente.
HG/MD
“¿Qué, pues, diremos frente a estas cosas? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?” (Romanos 8:31).