Lectura: Salmos 107:1-19
El agricultor y su hijo estaban trabajando juntos en el campo. El padre le dijo al niño que tirara todas las grandes piedras que encontró en una zanja cercana para que no interfieran con el arado. Después de trabajar mucho tiempo, el hijo gritó: “Papá, hay una roca aquí que no puedo mover, aunque lo he intentado y he hecho mi mejor esfuerzo.”
«No, hijo», respondió el padre, «no has intentado lo suficiente, hasta que hayas pedido ayuda. Y yo puedo darte la fuerza que necesitas”.
Entonces, el padre vino al lado del chico y añadió su fuerza. Y juntos, movieron la terca roca con facilidad.
Muy a menudo tratamos de hacer nuestro mejor esfuerzo para llevar alguna carga pesada y así resolver un problema difícil, pero nos encontramos con la falta de éxito en la mayoría de las ocasiones. Después de haber hecho todo lo posible, nos preguntamos por qué nos hemos encontrado con nada más que con un fracaso. Con amor y con paciencia nuestro Padre celestial nos recuerda que tenemos que aprender a depender de Él, y que no lo hemos intentado con todas nuestras fuerzas, hasta que hemos pedido de él Su ayuda.
Paremos de luchar tratando de eliminar las piedras de problemas y dificultades de nuestras vidas, las cuales a menudo superan con creces nuestras propias fuerzas. Al igual que los antiguos israelitas, llamemos al Señor para salvarnos de todas nuestras angustias (Salmo 107:19).
1. Pídele ayuda al Salvador para que te consuele, te de fuerza, y te guarde; Él está dispuesto a ayudarte. Él te cargará cuando pases a través de los valles de sombra y de muerte.
2. La capacidad de Dios no está limitada por nuestra incapacidad.
NPD/HGB