Lectura: 1 Reyes 19:1-18

¿Alguna vez te has sentido tentado a abandonar todo? Pues si leíste la lectura devocional, te habrás encontrado con Elías.   Antes de que esto aconteciera, el Señor lo había usado para mostrarle a su nación Israel que en realidad el Dios en el que habían creído era el verdadero (1 Reyes 18).  No obstante, tan sólo unas pocas horas después que este extraordinario suceso había pasado, las amenazas de la malvada reina Jezabel lo aterraron a tal punto que huyó a la zona de Beerseba, a unos 160 km al sur de donde se encontraba (1 Reyes 19:3).  Luego de esto caminó 230 km adicionales hasta llegar a Horeb, el monte de Dios.

Dios le preguntó dos veces a Elías qué hacía ahí (vv. 9,13) y, en ambas ocasiones, él le respondió con las mismas palabras: “Yo solo he quedado, y me buscan para quitarme la vida” (vv. 10,14).

Antes de que rápidamente empecemos a juzgar a Elías, pongámonos en sus zapatos; posiblemente estaba frustrado, porque a pesar de lo que Dios había hecho al mostrarle a su nación que Él era verdadero, ellos seguían en sus malos caminos; por lo tanto, al oír las palabras de aquella malvada mujer, su mente se confundió y decidió huir del monte Carmelo. A pesar de su gran victoria, Elías se hundió en las profundidades del desánimo, y creo que a la mayoría de nosotros le habría pasado lo mismo.

Pero, Dios es un Dios de casos perdidos y Él no aceptó la notificación de renuncia de Elías.  En lugar de ello, le indicó al desanimado siervo que debía llevar a cabo tres tareas importantes: ungir a Hazael como rey de Siria; ungir a Jehú hijo de Nimsi como rey de Israel; y lo más importante ungir a Eliseo como profeta en su lugar (vv. 15-17).

Y había una situación adicional, Dios le dejó muy claro a Elías que estaba equivocado cuando dijo que era el único fiel que quedaba; más bien Él tenía otras 7.000 personas que no se habían inclinado ante Baal (v. 18).

1. Al igual que Elías, puede que en estos momentos estés desesperado por las circunstancias de la vida; no cierres tu corazón, deja que Dios te hable en lugar de renunciar (v.12), confía en Él.

2. Cuando trabajas para Jesús la palabra “renunciar” no existe.

HG/MD

“¿No te he mandado que te esfuerces y seas valiente? No temas ni desmayes, porque el Señor tu Dios estará contigo dondequiera que vayas.” (Josué 1:9).