Lectura: Romanos 6:1-14
Los dos pequeños gemelos, Josué y Santiago, estaban jugando, pero de repente empezaron a pelear por un juguete del que sólo había uno de su tipo. De repente, Josué, le ordenó a su hermano: “Santiago, vete a tu cuarto”. Entonces, Santiago con hombros encogidos empezó a dirigirse a su cuarto.
En ese momento su mamá quien, por supuesto había visto toda aquella escena, le dijo a Santiago: “No tienes que irte a tu cuarto, Josué no es tu jefe”. Esa fue una aclaración muy buena y que lo cambió todo para el pequeño, ya que de inmediato pudo volver a su lugar para seguir jugando.
Como creyentes muchas veces nos vemos tentados a adquirir una falsa autoridad como la del gemelo. El pecado nos endulza, y a la misma vez nos aturde y amenaza con dominar nuestro corazón y mente, lo cual puede provocar que el gozo desaparezca y que nuestra comunión con el Salvador se vea alterada.
No obstante, por la muerte y la resurrección de Cristo esa amenaza no existe. El pecado no tiene autoridad sobre nosotros. Por eso, el apóstol Pablo escribió: “Porque el pecado no se enseñoreará de ustedes, ya que no están bajo la ley sino bajo la gracia” (Romanos 6:14).
La maravillosa gracia de Cristo nos permite vivir como le agrada a Dios, transmitiéndole al mundo su poder transformador a través de su mensaje de salvación.
- El pecado ya no es nuestro jefe. Ahora vivimos en la gracia y la presencia de Jesús, y su control sobre nuestra vida nos libera de la esclavitud del pecado.
- Ahora somos libres para servir a Jesús y a nuestros semejantes.
HG/MD
“Porque el pecado no se enseñoreará de ustedes, ya que no están bajo la ley sino bajo la gracia” (Romanos 6:14).
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