Lectura: Hebreos 12:1-29

Durante un paseo por el campo, vi un pequeño puesto donde vendían miel pura de abejas; nos detuvimos para ver los diferentes productos que ofrecían, nos contaron que su miel había sido premiada varias veces, en diferentes ferias, debido a su calidad.

Producir miel de abeja pura no es algo sencillo.  Su riqueza, sabor y color dependen de muchos factores: del clima, de las flores de donde toman el néctar, del momento cuando se extrae el producto de las colmenas, de la tranquilidad del lugar donde se produce y del proceso de extracción y envasado.  La calidad del producto y los galardones, dependerán del resultado del procedimiento cuidadosamente controlado de principio a fin.

Como sus hijos e hijas, todo este proceso nos debe recordar la manera en la cual el Señor refina y trabaja en nuestras vidas.  Incluso en este momento el Señor está obrando en nosotros.  Los fuegos de la aflicción y las pruebas pueden ser dolorosos durante un tiempo, pero después dan como resultado una gran bendición y recompensa (Hebreos 12:11; 1 Pedro 1:7 ).

Al pensar en esto, también recuerdo una ocasión en la cual intentamos hacer mermelada de una fruta tropical; preparamos los ingredientes y los pusimos al fuego, pero como niños pronto nos olvidamos de la preparación y nos fuimos a jugar. Pronto, el olor a quemado invadió la casa, hasta que mi mamá detectó el origen de ese humo; por supuesto, nos regañó y castigó por aquella ocurrencia.

  1. Debemos estar agradecidos porque Dios nunca se olvidará de nosotros.  El sabe exactamente lo que necesitamos vivir para llegar a ser creyentes de primera.
  2. Dios permite las pruebas, no para perjudicarnos, sino para mejorarnos, es por ello que debemos estudiar Su Palabra y hablar con Él cada día.

HG/MD

“¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras, más que la miel en mi boca!” (Salmos 119:103).