Lectura: Salmos 103:13-22
Hace algunos días volví a visitar la ciudad donde pasé mi infancia, pensando que iba a ver algunos de los lugares de los cuales tengo muchos de los mejores recuerdos de esa etapa de mi vida.
Para mi sorpresa cuando llegamos a uno de esos sitios, un pequeño restaurante donde comíamos todo tipo de golosinas y comidas rápidas, lo que había era una tienda de artículos de construcción y lo mismo sucedió con otros lugares que eran muy significativos.
Sí, muchas cosas han cambiado a nuestro alrededor. Pero, para nuestro consuelo en medio de todos esos cambios la fidelidad de Dios permanece intacta.
David explica este principio de la siguiente manera: “El hombre, como la hierba son sus días: Florece como la flor del campo que, cuando pasa el viento, perece y su lugar no la vuelve a conocer. Pero la misericordia del Señor es desde la eternidad y hasta la eternidad sobre los que le temen; y su justicia sobre los hijos de sus hijos” (Salmos 103:15-17), y termina diciendo: “¡Bendice, alma mía, al Señor!” (v.22).
- La vida siempre cambiará, puedes estar seguro de ello, pero también es cierto que Dios permanecerá igual y podemos confiar en sus promesas, fidelidad y amor.
- Aunque a veces sea difícil confiar y descansar en Dios, la alternativa es desoladora, así que hoy puedes depositar tu fe en quien no cambia.
HG/MD
“¡Jesucristo es el mismo ayer, hoy y por los siglos!” (Hebreos 13:8).