Lectura: 1 Pedro 4:12-19

Una vez estaba viendo un documental sobre tiburones en uno de esos canales de ciencia.  Los expertos decían que existe la posibilidad de que los tiburones puedan habitar en aguas dulces; el ejemplo es que los riñones, el hígado y la glándula rectal de los tiburones toro, pueden ajustarse gradualmente a la salinidad del agua en la que se encuentran, por ejemplo, en lagos o ríos.

Aunque este es un hábito muy poco común, los expertos tienen algunas teorías de que estos ejemplares viajan a esas aguas para deshacerse de parásitos que habitan solamente en aguas saladas, o también pueden hacerlo como un modo de ingerir otros nutrientes que no existen en el mar; pero cualquiera que sea el caso, la posibilidad de encontrarse con uno de estos tiburones en un río o lago es sumamente pequeña, y casi nula la de ser atacado por un animal de este tipo.

¿No sería grandioso que las dificultades en la vida fueran como los ataques de tiburones toro en los ríos o lagos: extraños o incluso insignificantes?  Pero no es así. Los problemas y los conflictos son habituales. Lo que sucede es que, cuando ocurren, preferiríamos que no fuera así.

Es por esta razón que el apóstol Pedro les escribe a los creyentes del primer siglo, quienes atravesaban momentos difíciles: “Amados, no se sorprendan por el fuego que arde entre ustedes para ponerlos a prueba como si les aconteciera cosa extraña” (1 Pedro 4:12).  Las pruebas no son cosas anormales, entonces, una vez que superes el susto o la frustración, debes acudir a Dios para que te brinde su paz y te guíe para poder seguir adelante en medio de las dificultades.

  1. En un mundo lleno de pruebas, puedes estar seguro de que cuentas con Dios para ayudarte a enfrentarlas.
  2. Ayuda a otros que en este momento están pasando por una dificultad, eso es lo que Dios quiere que aprendas cuando Él te ayuda.

HG/MD

“Amados, no se sorprendan por el fuego que arde entre ustedes para ponerlos a prueba como si les aconteciera cosa extraña” (1 Pedro 4:12).