Lectura: Hebreos 10:19-25

En estos días, cuando se acerca el inicio de los juegos Olímpicos, recordamos una historia de dos atletas en las Olimpiadas de Londres 2012, se trata de los velocistas Usain Bolt y Yohan Blake, de Jamaica, quienes hicieron historia cuando terminaron en primero y segundo lugar, respectivamente, en las carreras de 100 y 200 metros planos.

Y es que, a pesar de su rivalidad en la pista, Bolt elogió a Blake como compañero de entrenamiento: “A través de los años, Yohan me ha convertido en un mejor deportista. Sin duda, me ha incentivado y mantenido en actividad constantemente”. Es evidente que ambos se motivaron mutuamente para destacarse en el atletismo.

De una manera similar, como creyentes en Cristo tenemos el privilegio y la responsabilidad de alentarnos unos a otros en la fe. El escritor de Hebreos declaró: “Considerémonos los unos a los otros para estimularnos al amor y a las buenas obras” (Hebreos 10:24).

La iglesia no es simplemente una institución o un club social, sino el lugar donde quienes nos acercamos a Dios como creyentes, podemos ayudarnos unos a otros a crecer en nuestra semejanza a Cristo. El propósito de reunirnos como cuerpo es exhortarnos e incentivarnos mutuamente (vv. 19-25).

Algo que nos debe quedar completamente claro es que ningún creyente puede funcionar solo. Para vivir como nuestro Señor Jesús desea, es necesario que los creyentes estemos en comunión unos con otros.

  1. Cuando te reúnas con otros hijos e hijas de Dios, piensa en cómo puedes acercarte y alentarlos con tus palabras y acciones para parecerte más al Cristo que amas y sirves.
  2. No olvides ir hoy a la iglesia, si no fuiste hoy, ponte como compromiso asistir al siguiente servicio de tu iglesia local.

HG/MD

“Considerémonos los unos a los otros para estimularnos al amor y a las buenas obras” (Hebreos 10:24).