Lectura: Salmo 33:6-19

Todos en algún momento de nuestra vida deberíamos experimentar un “momento Copérnico”, dicho en otras palabras: No somos el centro del Universo, el mundo no gira en torno a nosotros, y por supuesto no se mueve a nuestro antojo, es decir, el planeta no se mueve según nuestros gustos o preferencias.

Aunque algunas veces podamos desear que sea distinto, la vida no se trata de nosotros, en verdad todo gira alrededor del Señor. En el Salmo 33 leemos que toda la naturaleza depende de Él y está bajo su control (vv. 6-9). Le asigna límites al mar y encierra al océano en grandes depósitos. Todo opera según las leyes que Dios ha establecido.

De hecho, las naciones también giran a su alrededor (vv. 10-12).  No existe plan ni complot que puedan llevarse a cabo contra Dios debido a que su plan permanece para siempre, muy a pesar de que nosotros queramos cambiarlo a nuestro gusto.

Ciertamente, toda la humanidad gira alrededor del Señor (vv. 13-19). Él ve a toda la raza humana. Hizo nuestro corazón y entiende todo lo que hacemos, y tiene poder para intervenir en nuestra vida y librarnos de situaciones fuera de control.

  1. Nuestra vida fue creada para centrarse en Dios, no en nosotros mismos. ¡Cuán agradecidos podemos estar de servir a un Dios tan poderoso!
  2. Para nosotros el plan de Dios es imposible de entender completamente, por lo que requerimos de una buena medida de fe para confiar en que Él sabe qué es lo mejor para todos.

HG/MD

“El consejo del Señor permanecerá para siempre, y los pensamientos de su corazón por todas las generaciones” (Salmo 33:11).