Lectura: Salmo 34:1-7
Cesar es un exitoso hombre de negocios que sufre de claustrofobia, que es el miedo a los espacios cerrados. Aunque su oficina es amplia, siente una opresión en el pecho y dificultad para respirar cuando está en ella. Esto lo ha llevado a evitar reuniones en espacios cerrados, incluso aquellas que son importantes para su trabajo. Su miedo le ha impedido ascender en su carrera y ha limitado sus oportunidades profesionales.
Joaquín, por otra parte, siempre ha soñado con viajar alrededor del mundo, pero su miedo a volar (aerofobia) le impide hacerlo. Cada vez que intenta subirse a un avión, experimenta sudoración, temblores y dificultad para respirar. Aunque sabe que volar es seguro, su miedo es irracional y lo paraliza, dejándolo frustrado y limitado.
Los temores irracionales, e incluso los legítimos, no tienen que aterrorizarnos. David vivió como un fugitivo, perseguido por el rey Saúl quien estaba celoso de su popularidad. Solamente encontró paz y consuelo en su relación con Dios; así lo escribió en el Salmo 34:4 que dice: “Yo busqué al Señor, y él me oyó y de todos mis temores me libró”.
Dios, nuestro Padre celestial, es perfectamente sabio y amoroso. Cuando el miedo comience a abrumarnos, debemos detenernos y recordar que Él es nuestro Dios y que siempre nos sostendrá
- No permitas que los temores paralicen tu vida o no te permitan servirle a Dios.
- Cuando estés pasando situaciones complicadas en tu vida, como puede ser una fobia o algún problema que te esté agobiando, pídele a Dios su ayuda y guía.
HG/MD
“Yo busqué al Señor, y él me oyó y de todos mis temores me libró” (Salmo 34:4).
0 comentarios