Lectura: Habacuc 3:1-19

En toda situación normalmente tenemos al menos dos opciones, y cuando algo nos sale mal en la vida podemos elegir cómo reaccionar, puede ser de forma negativa, pero también tenemos la opción de verlo como un aprendizaje optimista, esperando un mejor mañana.

Esta fue la actitud que demostró el profeta Habacuc ante la inminente perdida de sus cosechas y ganado, al decir: “con todo, yo me alegraré en el Señor y me gozaré en el Dios de mi salvación” (Habacuc 3:18).

Las palabras que usa Habacuc: “alegraré” y “gozaré”, muestran la decisión que había tomado, prefirió aferrarse al poder de nuestro amado Señor, que deprimirse como alguien que ya no tiene esperanza.

La decisión de regocijarse no es una negación del dolor, fue una determinación de su parte de ver las posibilidades a futuro basado en la confianza de saber que había puesto su fe en el Señor Todopoderoso, Su fortaleza (Habacuc 3:19).

Me contaron la historia de una mujer que ilustra perfectamente este principio, quien ya era una anciana y la edad había causado estragos en su salud.   Un día una joven le preguntó: “¿Cómo esta señora, se encuentra bien?”  La anciana esbozando una gran sonrisa en su rostro contestó: “¡Muy bien, para estar mejor tendría que ser melliza!”.

  1. Podemos escoger como responder ante las circunstancias de la vida: con tristeza o con la esperanza de que mañana siempre podrá ser un mejor día.
  2. Cuando uno decide regocijarse debido al Señor en quien ha confiado, la vida adquiere un color hermoso.

HG/MD

“Con todo, yo me alegraré en el Señor y me gozaré en el Dios de mi salvación” (Habacuc 3:18).