Lectura: Salmos 19:7-11

El ganador del premio Nobel de literatura, el extraordinario poeta Joseph Brodsky, propuso que junto a las Biblias que el ministerio de los Gedeones ubican en habitaciones de hoteles, se colocaran adicionalmente libros de poesía, pues decía “La poesía es tal vez el único seguro que tenemos contra la vulgaridad del corazón humano”.  Antes de su muerte en 1996, pudo conseguir que algunos miles de libros de poesía fueran distribuidos en hoteles y hospitales.

A pesar de que a quienes nos gusta la poesía, vemos en ella tranquilidad, sabiduría e inspiración; ni siquiera la mejor de las poesías o los mejores libros galardonados con premios como los Nobel, Príncipe de Asturias y Alfaguara, son comparables con el valor de las palabras que encontramos en la Biblia.

Imaginemos a una persona llena de problemas y desesperación al borde del suicidio, abriendo un libro de poesía y leyendo algunas de sus rimas más bellas; por si mismas no serían capaces de inspirar ese corazón entristecido, para que cayera de rodillas y clamara a Dios por su misericordia, auxilio y gracia.  Los archivos del ministerio de los Gedeones están llenos de testimonios de personas, quienes solas en su habitación, han abierto una de las Biblias y Nuevos Testamentos que ellos ubican en los hoteles y hospitales, y gracias al mensaje que encontraron en ella, han nacido de nuevo.

Aunque la poesía y las grandes obras de literatura tienen un lugar importante en la vida de las personas, nunca podrán sustituir el lugar que la Palabra de Dios tiene en nuestras vidas.

  1. Abre tu Biblia, léela, medita en su mensaje, agradece a Dios por lo aprendido, aplica los principios aplicables a tu vida, comparte lo aprendido con otros y vuelve a iniciar el ciclo.

 

  1. Muchos libros pueden informar, sólo su Palabra puede transformar.

HG/MD

“Los preceptos del SEÑOR son rectos; alegran el corazón. El mandamiento del Señor es puro; alumbra los ojos” Salmos 19:8