Lectura: Apocalipsis 21:1-5

En medio de un concierto cristiano noté algo que me llamó mucho la atención, en la tarima principal al lado de la persona que estaba cantando, se encontraba una intérprete de lenguaje a señas para sordos, quien con mucha gracia traducía cada canción.  Al transcurrir el tiempo, me enteré de que a la actividad habían asistido unas 100 personas con problemas de audición.

Cuando el cantante entonó las notas de “10 mil razones”, le solicitó a la intérprete de señas que el grupo de personas con problemas de audición interpretara el coro de la canción, a lo cual ella le dijo que sí.  La canción siguió, y cuando llegó al coro dejaron de cantar, no se escuchó ninguna voz, pero todos nos quedamos maravillados al ver como el grupo expresaba gozosamente la canción con sus manos, sus rostros brillaban reflejando el significado de cada frase de esta hermosa melodía.

Fue una experiencia que seguramente no sólo impactó mi vida, sino también las de muchas personas que, teniendo sus cinco sentidos no los aprovechan para expresar con ellos el agradecimiento y adoración que merece nuestro Señor, tal y como lo hacía el salmista diciendo: “¡Todo lo que respira alabe al Señor! ¡Aleluya!” (Salmos 150:6).

Al reflexionar sobre esa situación, no puedo sino pensar en el cielo, donde los sordos, mudos y cualquier persona con una capacidad diferente, podrá cantar y alabar al Señor con su voz y cuerpo, formando el vasto coro de los redimidos, que se unirán a los ángeles para proclamar las alabanzas a Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo (Apocalipsis 7:9-12).

  1. Un día no muy lejano, esperamos que nuestro Señor Jesús regrese. En ese momento todos los que hemos puesto nuestra fe en Él, seremos transformados, glorificados y sanados (1 Corintios 15:35-50) y cantaremos para Él y con Él, más de 10.000 veces.
  2. La tristeza en la Tierra, dará paso a los cánticos en el cielo.

HG/MD

“¡Todo lo que respira alabe al Señor! ¡Aleluya!” (Salmos 150:6).