Lectura: Hechos 18:24-28

Existen personas para las cuales es muy sencillo comunicar sus ideas y persuadir a otros con sus argumentos.  Algunos los llaman, entre otros nombres como: elocuentes o carismáticos. 

En el Nuevo Testamento tenemos el ejemplo de una de esas personas, se llamaba Apolos. Se le describe como un “hombre elocuente y poderoso en las Escrituras” (Hechos 18:24).  No obstante, aunque enseñaba correctamente sobre Cristo, se había quedado con la práctica del bautismo de Juan, que era para arrepentimiento de los pecados (v. 25; 19:4).

Se nos dice que ciertamente Apolos conocía las enseñanzas de Jesús, pero tal vez por alguna circunstancia, tuvo que alejarse de las tierras de Israel y no se había enterado de su muerte y resurrección, de que el Espíritu Santo ya había venido (Hechos 2), ni de que al apóstol Pablo se le había dado una nueva revelación para nuestro tiempo (Hechos 9-13 y Efesios 3).  La enseñanza de Apolos estaba incompleta porque no conocía todos esos detalles que habían cambiado el panorama desde la predicación de Juan el Bautista.

Pero, Dios es extremadamente misericordioso y pone en el camino de Apolos a una pareja extraordinaria, Priscila y Aquila, un matrimonio amigo del apóstol Pablo quienes invitaron a Apolos a su casa para corregirlo sobre lo que enseñaba. Aunque era sumamente instruido y conocía bien las Escrituras, aceptó humildemente las instrucciones de aquella pareja. Como resultado, pudo seguir con su ministerio, pero con un entendimiento renovado.

  1. Todos y cada uno de nosotros está un proceso de crecimiento y diariamente necesitamos alimentarnos espiritualmente, orando, leyendo, estudiando su Palabra y compartiendo con otros que también quieran aprender del camino de Jesús.
  2. Algunas personas son elocuentes y eso posiblemente les facilite la vida; sin embargo, más que elocuentes todos debemos ser humildes, ya que de esta forma Dios puede enseñar y utilizar a cualquiera que se deje guiar por Él para impactar la vida de otros.

HG/MD

“Encaminará a los humildes en la justicia y enseñará a los humildes su camino” (Salmo 25:9).