Lectura: Judas 20-25

Quienes tienen niños pequeños sabrán de lo que les estoy hablando.  Es un día especial, tu familia ha sido invitada para asistir a una boda y el lugar es bastante formal, así que preparas a los niños para que estén muy presentables.  Llegas y acomodan a tu familia en su respectivo sitio, y tan sólo 20 minutos después de haber llegado, uno de tus pequeños luce como si no tuviera padres.  Corre por el pasillo con la camisa suelta de un costado, los zapatos sucios, y con trozos de galletas por toda la ropa. Si no vas y lo detienes, seguramente puede haber un desastre en cualquier momento.

En curioso pensar que en ocasiones nosotros como hijos e hijas de Dios a veces tenemos el mismo aspecto de este niño.  Luego de haber sido revestidos de la justicia de Cristo, tendemos a desviarnos y vivir de un modo que no demuestra que le pertenecemos a Dios.  Por este motivo es que debemos prestar atención a la advertencia que encontramos en la carta de Judas, la cual indica que Jesús es:  “… poderoso para guardarlos sin caída y para presentarlos irreprensibles delante de su gloria con grande alegría” (Judas 24).

Pero ¿cómo podemos evitar que parezcamos no tener un Padre celestial? A medida que nos sometamos más al Espíritu Santo y a sus caminos, Dios nos guardará de tropezar. Reflexionemos cómo creceríamos en rectitud si pasáramos tiempo leyendo las Escrituras para que seamos “purificados los corazones de mala conciencia” (Hebreos 10:22).

  1. ¡Qué bendición es que Jesús haya prometido tomar nuestra vida inestable y desaliñada, y que nos presente sin mancha delante del Padre!  Agradece a Dios por ello.
  2. Procura lucir cada vez más como hijo e hija del Rey al reflejar su cuidado y atención amorosos.

HG/MD

“Y a aquel que es poderoso para guardarlos sin caída y para presentarlos irreprensibles delante de su gloria con grande alegría” (Judas 24).