Lectura: Éxodo 2:11-25

Existe una afirmación que es muchas veces citada: “Los buenos nunca ganan”, y pareciera ser demasiado real para muchas personas que se esfuerzan cada día por dar lo mejor de sí y no reciben el reconocimiento que ellos creen que merecen; tal como los jóvenes del equipo deportivo que perdieron el campeonato contra un equipo que no juega limpio y que pareciera que las decisiones arbitrales siempre les favorecen.  Estos jóvenes pudieron haberse preguntado: “¿Por qué Dios no nos dio la victoria, si jugamos limpio?”.

Posiblemente, una pregunta similar pudo atormentar muchos años la mente de Moisés, quien se crio en el hogar del faraón y decidió defender a un trabajador que estaba siendo víctima de un cruel supervisor.  Le defendió y como consecuencia Moisés mató al hombre egipcio y en vez de ser “recompensado” por Dios, pasó 40 años de su vida desterrado en el desierto cuidando ovejas.

Finalmente, 80 años después de su salida de Egipto entendió por qué Dios había permitido que pasara por todas esas situaciones incómodas.  Comprendió por qué Dios había dejado a los israelitas pasar por 40 años de opresión y luego de esto otros 40 años errando por el desierto, antes de que sólo algunos de ellos pudieran cruzar el río Jordán y entrar a Tierra Prometida.

Moisés comprendió que la meta de Dios era muy simple y a la vez compleja, tenían que ser humillados y luego fortalecidos a través de los años de prueba (Deuteronomio 8:2) para que le conocieran de una forma totalmente nueva, y así de esta manera aprendieran confianza y dependencia de Dios.

  1. Para el Señor es más importante nuestro desarrollo espiritual, que nuestra felicidad a corto plazo.  ¿Y tú, qué has aprendido con los años?
  2. Dios usa las pruebas en nuestra vida para ayudarnos a ser más fuertes y dependientes de Él.

HG/MD

“Acuérdate de todo el camino por donde te ha conducido el Señor tu Dios estos cuarenta años por el desierto, con el fin de humillarte y probarte, para saber lo que estaba en tu corazón, y si guardarías sus mandamientos o no.” (Deuteronomio 8:2).