Lectura: Lucas 7:36-38
Aún en el pueblo de Naín (“en aquel pueblo” -Lucas 7:37), un fariseo llamado Simón invitó a Jesús a comer en su casa. Jesús aceptó la oferta y cuando llegó el momento de la comida se fue a la casa de Simón. Allí Jesús y Simón se sentaron a la mesa. En este pueblo, había una mujer pecadora que sabía que Jesús estaba en la casa de este fariseo. Ella entró a la casa de Simón llevando un frasco de alabastro con perfume y llegó donde estaban comiendo.
El alabastro es el tipo de material, con que el frasco fue hecho, no el perfume en sí. El alabastro era una piedra de color, extraída del pueblo de Alabastrón, en Egipto. Se utilizaba para hacer pequeños frascos que comúnmente se utilizaban para contener perfumes muy caros.
Esta mujer llegó al área de comida donde estaban ellos y se puso a los pies de Jesús. Era costumbre comer estando reclinado sobre una almohada con la cabeza hacia la mesa y poner los pies lo más lejos posible, dado que por lo general estaban sucios y olorosos. Por lo general, el anfitrión tendría un siervo en la entrada que lavando los pies, pero por alguna razón Simón no extiende esta cortesía a Jesús. ¿Por qué no?
La mujer comienza a llorar y usa sus lágrimas para mojar los sucios pies de Jesús. Luego usaba su larga cabellera para limpiarlos. En los días de Jesús, el cabello de la mujer era una característica muy importante. Esto no era algo que una mujer fuera a hacer por cualquiera. Fue un acto desinteresado, en completa humillación, al arrodillarse, y usar su cabello como paño, para limpiar los pies de Jesús. Luego ella besó los pies de Él, lo cual era otro acto nada común en la vida de una mujer. Por último, ella ungió sus pies con el perfume que ella trajo.
- Considera hoy las acciones extravagantes de esta mujer. Ella sabía cual quién era el más importante. Ama hoy extravagantemente a Jesús.
- Dios te amó cuando no merecías su perdón. Hay muchos otros que aún no han experimentado el amor de Dios, por qué no compartes hoy con otros lo que Él te ha regalado, lo más valioso: vida eterna
SL/ME
Jesús: Digno. “Llorando, se arrojó a los pies de Jesús, de manera que se los bañaba en lágrimas. Luego se los secó con los cabellos; también se los besaba y se los ungía con el perfume.” -Lucas 7:38
Este devocional forma parte del estudio anual cronológico de la vida de Jesús: La Vida de Jesús, el cual llega a ustedes en alianza con Sonlife Classic