Lectura: Juan 16:7-15

Una vez tuve la oportunidad de hablar con una persona que se dedicaba a manejar camiones de manera profesional. Nuestra conversación giró en torno a las anécdotas, carreteras, ciudades, motores y tipos de comidas que se encuentran durante el trayecto.

Varias veces hizo referencia a los ejes de dirección y los de movimiento, así que le pedí que me explicara la diferencia.  Me indicó que el eje frontal del camión es el de la dirección, mientras que los ejes de movimiento que están localizados en la parte trasera de la cabina del conductor, transfieren el poder que genera el motor.

Por otra parte, el eje de dirección le permite al camión subir cuestas empinadas, descender lentamente las cuestas peligrosas y tomar velocidad en los terrenos planos, todo con el fin de realizar las entregas contratadas en el tiempo programado.

Lo que me dijo aquel camionero me hizo entender mucho mejor el mundo de las personas que conducen camiones de 18 ruedas.  De la misma manera que los ejes de dirección y movimiento son vitales para generar potencia o tracción, para los creyentes es vital mantener la dirección y el movimiento mientras transitan por este camino que llamamos vida. 

Los creyentes a diferencia de los camioneros, quienes en la mayor parte del tiempo viajan solos, lo hacen acompañados por el Espíritu Santo quien proporciona tanto dirección como el poder para vivir una vida que agrade a Dios.  El Espíritu Santo fue enviado para guiarnos a toda verdad (Juan 16:13) y para enseñarnos (1 Corintios 2:10-16).  Recibimos el poder del Espíritu Santo para testificar (Hechos 1:8), para orar (Romanos 8:26) y para vivir una vida llena de esperanza (Romanos 15:13).

  1. La siguiente vez que veas uno de esos grandes camiones, piensa en la lección de la dirección y el poder que nos provee el Espíritu Santo.
  2. El poder que nos mueve procede del Espíritu Santo que mora en nosotros los creyentes.

HG/MD

“Y cuando venga el Espíritu de verdad, él los guiará a toda la verdad pues no hablará por sí solo sino que hablará todo lo que oiga y les hará saber las cosas que han de venir” (Juan 16:13).