Lectura: Salmo 71

Cuando somos jóvenes, estamos ansiosos por ser adultos.  Cuando envejecemos, miramos con nostalgia los años pasados, ¡qué ironía!

Dios quiere que aceptemos con gozo cada una de las estaciones de la vida.  Cualquiera que sea nuestra edad, Él nos pide que sigamos Su camino y aceptemos la lucha que Él permite junto con la fortaleza que provee.

Una mujer que estaba pasando por los sentimientos que involucra envejecer preguntó a un anciano misionero lo siguiente: ¿Por qué Dios nos deja envejecer y debilitarnos?  Este pensó por un momento y luego contestó: “Creo que Dios ha planeado que la fortaleza y la belleza sean físicas y pasajeras.  Pero la fortaleza y la belleza de la vejez son espirituales.  Poco a poco perdemos la fuerza y el atractivo, los cuales son temporales, de manera que podamos concentrarnos en otras características y virtudes que son eternas.  Así que debemos estar deseosos de dejar la parte temporal y deteriorada de nosotros, y anhelar nuestro hogar celestial.  Si permaneciéramos jóvenes, fuertes y hermosos, tal vez nunca querríamos irnos”.

¿Estás en la primavera de la vida?  Confía en el tiempo de Dios, para realizar tus sueños.

¿Estás en el verano o el otoño de la vida?  Enfrenta tus desafíos diarios, con Él a tu lado.

¿Y si tienes el frío del invierno?  Lucha por conocer aún mejor Dios.

  1. Su presencia puede hacer que cada una de las estaciones de la vida sean de fortaleza y belleza espiritual.
  1. La dedicación a Cristo no es decisión de un día, sino un desafío de todos los días.

NPD/DJD