Lectura: 2 Timoteo 2:1-10
Algunas personas no saben que el afamado escritor C.S. Lewis (1898-1963) participó en la Primera Guerra Mundial, y debido a ello conocía muy bien las presiones del servicio militar e incluyó algunas de esas vivencias en sus libros.
En un discurso público durante la Segunda Guerra Mundial, indicó con gran precisión las dificultades que enfrenta un soldado: “Todo lo que atravesamos en cada situación adversa […] se resume en la vida del soldado en servicio activo. Como una enfermedad, amenaza con dolor y muerte. Como la pobreza, intimida con frío, calor, sed, hambre y falta de un techo. Como la esclavitud, amedrenta con trabajo duro, humillación, injusticia y reglas arbitrarias. Como el exilio, amenaza con separarte de todos los que amas”.
El apóstol Pablo también utilizó la analogía del soldado sufriente para describir las pruebas que puede experimentar un creyente al servir a nuestro Señor Jesús. En sus últimos días, y tras haber soportado fielmente el sufrimiento por defender el evangelio exhorta a su discípulo Timoteo a hacer lo mismo: “Tú, pues, sé partícipe de los sufrimientos como buen soldado de Cristo Jesús” (2 Timoteo 2:3).
- Servir al Señor demanda perseverancia. Tal vez nos enfrentemos a problemas de salud, conflictos relacionales o circunstancias difíciles; pero, como un buen soldado, debemos seguir adelante, fortalecidos en Él.
- En conclusión, servir al Señor demandará lo mejor de nosotros.
HG/MD
“Tú, pues, sé partícipe de los sufrimientos como buen soldado de Cristo Jesús” (2 Timoteo 2:3).
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