Lectura: 1 Juan 1:5-10

Desde el momento en que Joseph Dixon (1827-1869) comenzó a producir el útil artefacto que conocemos como: el lápiz, allá durante la Guerra Civil Norteamericana, el único cambio sustancial en su diseño ha sido la añadidura de una goma de borrar. Considera por un momento a esta singular varita para escribir. En un extremo tenemos una punta negra dura (grafito), y en el otro, una puntita de goma.  Este sencillo instrumento puede usarse para garabatear, bosquejar, calcular formulas complicadas, o componer elevada poesía. Pero también puede rápidamente corregir un error, cambiar una cifra, o comenzarlo todo de nuevo.

Cada día el creyente graba palabras y hechos en el registro de su historia personal. Pero al reflexionar en lo que ha dicho y hecho, se da cuenta que parte de lo que está escrito no es de una calidad que agradara al Salvador. Recuerda actitudes y acciones que nunca deben ser parte de la vida de un creyente. Sin embargo, estos pecados son perdonados y la comunión con Dios se restablece por medio de la confesión y el arrepentimiento honesto.

En la primera epístola de Juan, él nos dijo como tener un caminar recto y disfrutar de la comunión con Cristo y unos con otros. Pero Juan era realista, y sabía que algunas de las páginas de nuestra composición estarían marcadas por equivocaciones y fallas diarias. Esa es la razón por la que 1 Juan 1:9 es una promesa tan bendita. Nos dice que podemos usar la goma de borrar para la confesión y volver a comenzar.

  1. ¿Cuándo fue la última vez que oraste a Dios agradeciéndole por su perdón?
  2. ¿Realizas un autoexamen de tu vida, para ver si esta tiene manchas?  Recuerda tienes el borrador de la confesión.
  3. Si NO has hecho una decisión por entregarle tu vida a Cristo, este es un buen día, Él está listo para no solo borrar los pecados de tu vida, sino también para convertirte en uno de los suyos (Juan 1:12) ¿Si no has hecho esta decisión, qué esperas?

NPD/DCE