Lectura: Salmos 27:1-14

Era el año de 1972 cuando un invento revolucionó el mundo de la fotografía, se trataba del inicio de la comercialización de la cámara Polaroid SX-70 que en su momento fue catalogada como: “un milagro de la física, la óptica y la electrónica”. Cuando se tomaba la foto, “un cuadrado negro salía del frontal de la cámara y se revelaba delante de nuestros ojos”. La gente quedó atrapada con la rapidez y lo inmediato de los resultados; aunque lo cierto es que esto quedó muy atrás en comparación con la inmediatez de las cámaras que hoy tienen nuestros teléfonos inteligentes.

El evangelista escocés Oswald Chambers (1874–1917), decía que existe una estrecha relación entre nuestro deseo de lo inmediato y las pasiones descontroladas, a las que definió de la siguiente forma: “simplemente querer tener algo al instante: un deseo corporal o un bien espiritual […]. No puedo esperar el tiempo de Dios, Él es demasiado indiferente; así obran las pasiones”.

En el Salmo 27 el rey David nos narra su sentir con respecto a esperar en Dios durante una gran dificultad, y sobre todo cuando no hay soluciones a la vista. En lugar de desesperarse, siguió confiando en que vería “la bondad del Señor en la tierra de los vivientes” (v. 13).

Sin lugar a duda vivimos en un mundo que adora lo inmediato, pero cuando parece que no hay señales de que se cumplirán nuestros anhelos más profundos, el salmista nos insta a aferrarnos al Dios eterno. “Espera en el Señor. Esfuérzate y aliéntese tu corazón. ¡Sí, espera en el Señor!” (v. 14).

  1. Esperar en el Señor, aunque sea difícil, es el mejor camino a nuestro alcance.
  2. Lo inmediato siempre estará a nuestro alcance, pero no siempre será el camino correcto.

HG/MD

“Espera en el Señor. Esfuérzate y aliéntese tu corazón. ¡Sí, espera en el Señor!” (Salmos 27:14).