Lectura: 2 Corintios 5:18–6:2
Las personas que han viajado alguna vez en Metro podrán identificarse con esto: “Beep, Beep, Beep”, y en algunos casos las palabras: “las puertas se están cerrando”. Este sonido de advertencia acompañado algunas veces por luces intermitentes, avisan a los pasajeros que las puertas del Metro están a punto de cerrarse.
En una oportunidad presencié como alguien que llegó atrasado venía corriendo por la plataforma para intentar subir al Metro. La puerta se cerró y lo presionó. Menos mal que el mecanismo de la puerta tenía un detector para este tipo de situaciones, entonces se volvió a abrir de inmediato y el pasajero subió sin lastimarse. Me pregunté por qué esta y muchas otras personas se arriesgan tanto si el próximo Metro va a llegar en sólo tres minutos.
Ahora bien, existe una puerta mucho más importante por la cual es necesario pasar antes de que se cierre: la puerta de la misericordia de Dios. El apóstol Pablo dice: “¡He aquí ahora el tiempo más favorable! ¡He aquí ahora el día de salvación!” (2 Corintios 6:2). Cristo vino, murió por nuestros pecados y resucitó de la tumba. Abrió el camino de la reconciliación con Dios y nos proclamó el día de la salvación.
Ese día es hoy. Sin embargo, un día la puerta de la misericordia se cerrará y no volverá a abrirse de nuevo (1 Tesalonicenses 5:1-11).
- Nuestra respuesta a la verdad de Jesucristo determina nuestro destino. Hoy Jesús invita: “Yo soy la puerta. Si alguien entra por mí será salvo” (Juan 10:9).
- ¡He aquí ahora el día de salvación!
HG/MD
“Yo soy la puerta. Si alguien entra por mí será salvo; entrará, saldrá y hallará pasto.” (Juan 10:9).
0 comentarios