Lectura: Hebreos 5:1-11

Hace algunos años, un hombre tuvo la idea de crucificarse en los jardines de un hotel en República Dominicana, todo con la idea de “contribuir con la salvación y la paz entre la humanidad”.

Su idea era permanecer al menos 3 días colgado, sin embargo, tan sólo en unas horas tuvo que desistir de su plan, incluso antes de eso, los que lo estaban ayudándolo tuvieron que colocar la cruz horizontalmente con tal de aliviar su sufrimiento.  Este hombre no pudo soportar la severa prueba que se impuso.

El fracaso de ese “sacrificio” no tuvo nada que ver con el tipo de cruz que utilizó, o con que estuviera ubicada en un jardín, tuvo que ver con la persona sobre la cruz, y es totalmente contrastante con la obra expiatoria de nuestro Señor Jesús, quien gracias a que no se rindió ante aquella prueba suprema, se convirtió en el “autor de eterna salvación” (Hebreos 5:9).

El autor del libro de Hebreos indica que Jesús es el Sumo Sacerdote, que intercederá para siempre a favor nuestro ante el trono de Dios (Hebreos 7:25).

Gracias a su primera venida a la tierra, comprendimos que sólo Jesús quien se presentó como verdadero hombre y verdadero Dios, era capaz de convertirse en el sustituto por nuestro pecado, debido a que habíamos pecado contra Dios y la pena por ello es la muerte; su sacrificio satisfizo esa necesidad de justicia una vez y para siempre (Hebreos 10:10).

A lo largo de la historia, muchas personas han afirmado ser el Mesías, pero ninguno se puede comparar ni remotamente con nuestro único y maravilloso Salvador y Señor Jesús (Tito 3:4-6).

  1. Y tú, ¿has confiado en el Salvador que fue crucificado y resucitado?  Si aun no lo has hecho hazlo hoy, ¿qué esperas?
  2. Sólo existe un Mesías y ese es Jesús, sólo Él puede borrar la culpa de tu pecado.

HG/MD

“Y habiendo sido perfeccionado, llegó a ser Autor de eterna salvación para todos los que le obedecen” (Hebreos 5:9).