Lectura: Mateo 26:26-30

Un domingo hace algunos años, en Alemania cerraron un tramo de 60 kilómetros (37 millas) de la Autopista A40 para que las personas pudieran caminar, andar en bicicleta o sentarse en una de las 20.000 mesas puestas en el camino.

Se calcula que unos dos millones de personas pudieron disfrutar de ese evento, la meta de los organizadores de esta actividad era conectar a muchas culturas, generaciones y naciones, el evento tuvo el nombre de “la mesa más larga del mundo”.

Este evento me recordó una mesa aún más significativa alrededor de la cual los creyentes en Cristo se reúnen para compartir la Cena del Señor.  En esta reunión recordamos la muerte de Jesús por nosotros y anunciamos su ansiado regreso, siendo este el clímax de la historia humana.

Es por esto que antes de que Jesús fuera crucificado, compartió la cena de la Pascua con sus discípulos, y les dijo: “… no beberé más de este fruto de la vid hasta aquel día cuando lo beba nuevo con ustedes en el reino de mi Padre” (Mateo 26:29).

La mesa del Señor reúne a todos aquellos a quienes Jesús ha redimido por medio de su sangre, “… de toda raza, lengua, pueblo y nación” (Apocalipsis 5:9). Así que, en un día glorioso, y durante una escena de comunión y gozo, todos los que son de Cristo se sentarán junto con Él a la mesa, la cual eclipsará aquella reunión de la autopista alemana. ¡Con gozo, anticipamos el momento de compartir juntos la mesa celestial!

  1. El evangelio está disponible para cualquier persona, compártelo.
  2. ¡Te esperamos Señor Jesús!

HG/MD

“Todas las veces que coman este pan y beban esta copa, anuncian la muerte del Señor, hasta que él venga” (1 Corintios 11:26).