Lectura: 1 Samuel 16:1-13

Seamos sinceros, todos en algún grado tenemos una parte de nuestro cuerpo que no nos gusta y eso es normal; sin embargo, si no sabemos controlarla, esa insatisfacción puede convertirse en un verdadero problema llamado: “Desorden Corporal Distrófico”, que es un trastorno que afecta a muchas personas y les impide llevar una vida normal.

Aunque podemos tener algo que no nos agrade de nuestro físico, es importante que, sobre este asunto tan importante, tengamos en mente un par de verdades que encontramos en las Escrituras y que nos ayudarán a estar satisfechos con la forma en la cual fuimos creados.

Primero, “…el Señor no mira lo que mira el hombre: El hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero el Señor mira el corazón” (1 Samuel 16:7).  A Dios le interesa más como se ve nuestro corazón, que la forma como nos vemos en un espejo.

Segundo, a través del Salmo 139 encontramos una serie de hechos que nos deben inspirar; Dios nos formó y “Maravillosas son tus obras, y mi alma lo sabe muy bien” (v.14).  Dios nos hizo de la forma en que somos por algún motivo y ello debe ser suficiente razón para darle gracias.

  1. Más que una bonita apariencia que se irá con el tiempo, preocúpate por tu relación con Dios que es eterna. Cada día es un desafío para vivir de acuerdo con el carácter y prioridades que Jesús mostró; al hacer esto, tendrás la mejor apariencia del mundo ante los ojos de Dios.
  2. La salvación que encontramos sólo en Jesús y la paz que ella trae a nuestros corazones, hace que la vida sea hermosa.

HG/MD

“Te doy gracias, porque has hecho maravillas. Maravillosas son tus obras, y mi alma lo sabe muy bien” (Salmos 139:14).