Mártires de la fe
En diciembre de 1934, John y Betty Stam fueron asesinados en China. Los Stam, que eran misioneros llenos de esperanza y con una gran expectativa por participar en el ministerio, vivían en un pequeño pueblo con su nueva bebé. El líder local les aseguró que se encontraban a salvo de los comunistas que estaban ganando terreno en China. Sin embargo, tres meses después de su llegada, el magistrado de la ciudad apareció para advertirles que las tropas comunistas se acercaban e instó a los Stam a que se fueran. Pero antes de que pudieran salir, las tropas llegaron. John, Betty y su hija fueron encarcelados.
Los Stam se vieron obligados a escribir cartas de rescate a los EE. UU. solicitando un dinero que nunca llegaría. Al día siguiente, fueron llevados a su muerte. Los Stam lograron poner a salvo a su hija la noche antes de morir; ella ahora vive en los Estados Unidos. La muerte de John y Betty inspiró a miles de nuevos reclutas misioneros.
Hoy, el cuerpo de Cristo en China es más fuerte que nunca, y recordamos a los Stam y la obra que hicieron que resuena en la eternidad. Oremos por nuestros hermanos y hermanas en China, quienes arriesgan mucho por el ministerio de Cristo.
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