Lectura: Romanos 6:15-23
Desde el exterior, todas las cárceles se ven mal. Pero desde el interior, algunas prisiones califican mejor que otras.
Hace ya algunos años, The Associated Press publicó la lista de las 10 mejores cárceles de la de los Estados Unidos, según los privados de libertad. Incluida en la encuesta estaba la capacidad de celdas, el servicio de televisión, la calidad de la comida, y los derechos de visita.
Algunas cárceles proporcionan un ambiente libre de humo, educación continua, y una buena biblioteca. La cárcel que obtuvo el primer lugar fue la de Fairbanks Correctional Center en Alaska, para citar algunas de sus facilidades: tiene una capacidad de 194 literas estilo dormitorio en celdas individuales, TV por cable, visitas de contacto regulares y una variada y abundante comida.
Eso me hizo pensar acerca de nuestra relación con Cristo. Puede verse como una forma de privación de libertad a una persona “desde el exterior.” Para un no creyente, la obediencia a la fe parece confinar. Pero desde el interior, la obediencia a Dios en realidad abre la puerta a un nuevo mundo de libertades.
Pablo estaba familiarizado con el interior de una celda. También sabía que tenemos un problema con el pecado y que no es asunto del lugar donde nos encontremos es un asunto del corazón. Pablo sabía que la esclavitud del pecado provoca un hambre cada vez mayor que deshonra a Dios. Con la servidumbre a Dios por el contrario viene un deseo cada vez mayor de hacer el bien, de amar y de ser agradecidos por las libertades que no traen ningún remordimiento.
1. En un tiempo fuimos prisioneros de nuestro pecado, controlados por los malos caminos; pero entonces el Salvador nos hizo libres, para servirle a Él y a otros, todos nuestros días
2. La obediencia a Dios es la clave para la libertad.
NPD/MDH