Lectura: Tito 3:1-8

Tengo buenos recuerdos de mi infancia, por ejemplo, recuerdo mi bicicleta que tenía un solo cambio. Cuando iba rápido o lento, en subida o en bajada, ese cambio hacía todo.

Luego uno de mis hermanos tuvo una bicicleta que yo en ocasiones conducía, esa tenía tres cambios: uno para superficies llanas, otro para subir y un tercero para bajar.

Posteriormente, muchos años después mi hermano mayor compró una bicicleta que tenía diez cambios y me la prestaba algunos días, esto me permitía un rango más amplio de posibilidades. Sin embargo, aunque tenía varias opciones, no las usaba todas cada vez que andaba.  Algunas eran mejores para arrancar o ascender; otras eran solo para lograr velocidad; y otras, para pasear.

Pero lo importante de aquellos cambios era que, aunque no los usaba todos al mismo tiempo, eso no significaba que nunca los iba a necesitar.

Pues lo mismo sucede con nuestras habilidades, talentos y dones espirituales. Cuando parece que no estás cumpliendo con tareas que hacías anteriormente, en vez de sentirte inútil y despreciado, le debes dar gracias a Dios por el “cambio” que puedes usar en ese momento. Que un talento o habilidad no sea necesario ahora no significa que nunca lo vayas a utilizar.

Nuestros dones espirituales son necesarios de diversas maneras en distintos momentos. Las necesidades y las circunstancias cambian impredecible e inesperadamente. El apóstol Pablo le recordó a Tito: “… estén dispuestos a toda buena obra” (Tito 3:1). Que esto también se cumpla en nosotros.

  1. Gracias Señor por proveernos de bendiciones y dones inmerecidos, te pedimos que nos hagas sabios para utilizarlos de la mejor manera, y por supuesto siempre para tu gloria.
  2. Los cambios en la vida son oportunidades dadas por Dios para aprender y ser más dependientes de Él; recuerda, no todas las bicicletas son iguales ni están hechas para una misma necesidad.

HG/MD

“Porque somos hechura de Dios, creados en Cristo Jesús para hacer las buenas obras que Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.” (Efesios 2:10).