Lectura: Lucas 1:26-35
Una congregación de la ciudad Baltimore en Maryland, pasó de tener problemas económicos a gozar de un estado de cuenta muy saludable; la razón fue que al momento de hacer una remodelación encontraron un grabado que estaba literalmente oculto en una pared. Se trataba de un antiguo grabado de 1493, del artista Alberto Durero (1471-1528). En la obra maestra se aprecia la anunciación del ángel Gabriel donde le indica a María que daría a luz al Hijo de Dios (Lucas 1:26-38).
Algunos de los miembros de la congregación estaban escépticos y otros se maravillaban del hecho que por tantos años estuviera oculta aquella obra maestra, muchos llegaron a decir: “¿Si fuera real, por qué iba a estar ahí?”. En nuestro caso, ¿cuántas veces hemos pasado por alto el valor que encierra lo que se halla grabado en la obra de arte de Durero?
Jesús no se ocultó. La verdad es que el Señor vino públicamente en el momento preciso (Gálatas 4:4), tomando la forma de uno de nosotros (Filipenses 2:6-7); lo que si fue diferente es la forma en que decidió hacer su entrada a nuestro mundo, escogiendo a una joven de un sencillo pueblo llamado Nazaret que se encontraba alejado del bullicio de las grandes ciudades de ese momento, como la espectacular Roma; no era algo digno de un rey, sino de un siervo con una misión muy especial (Filipenses 2:8). Nació 9 meses después en la pequeña ciudad de Belén, cercana a Jerusalén, en medio de animales, pero aun allí vinieron ángeles y pastores a adorarle, el Dios hecho hombre estaba entre nosotros y tan sólo unos años después llegaría a cumplir su plan: hacer discípulos (Mateo 10:34-39), morir en la cruz y tres días después resucitar, todo ello públicamente.
No obstante; el mundo quiere ocultar a Jesús, al envolvernos en actividades, fiestas y un mercantilismo que cada vez más desea que olvidemos el verdadero significado del nacimiento de Jesús: salvación para ti y para mí.
- Jesús no está oculto, se encuentra presente, y aunque no nació hoy sino hace ya más de 2000 años, está vivo y quiere entregarte el mejor regalo posible: su salvación.
- El nacimiento de Jesús trajo al Dios infinito hacia el hombre finito que necesita su perdón.
- La salvación es el mejor regalo de Dios. Aceptar las implicaciones de seguirlo, lee Su Palabra, debe ser uno de nuestros regalos para Él.
HG/MD
“He aquí concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús” (Lucas 1:31).