Arqueología e Historia

CIUDAD DE LAS PALMERAS (יְרִחוֹ, yericho). Antigua ciudad ubicada aproximadamente a 16 kilómetros al noroeste del mar Muerto en Cisjordania. La ciudad custodiaba una de las rutas principales del valle del Rift del Jordán hacia la columna de la región montañosa central.

Imagen panorámica de Jericó en la actualidad

El sitio más antiguo afiliado con Jericó está ubicado en el Tel es-Sultán. Un segundo sitio asociado a las ocupaciones helenísticas y romanas se documenta muy bien en Tulal Abu el-’Alayiq. Cada uno de estos sitios fue conocido como Jericó en sus respectivos períodos de asentamiento. El sitio contaba con un manantial, ‘Ain es-Sultan, y un oasis resultante (por tal, su designación bíblica “ciudad de las palmeras” Jue 3:13), lo que contribuyó a sus extensos períodos de ocupación.

Yacimiento de Tell es-Sultán, en Jericó

Jericó en la Biblia

Antiguo Testamento. Jericó aparece en la Biblia hebrea como un marcador geográfico, un monumento de triunfo militar o el escenario para el relato bíblico. En Génesis-Josué, “Jericó” es principalmente utilizado como marcador geográfico. Por ejemplo, vemos frases como “enfrente a Jericó” o “en Jericó” a lo largo de la Biblia hebrea. El libro de Números utiliza las frases con frecuencia para designar el lugar donde se recibió la Ley por segunda vez, y el punto donde los israelitas eventualmente cruzarían el río Jordán (Núm 22:1; 26:3).
Jericó se conoce principalmente por sus famosos muros que “se derrumbaron” en Jos 6 ante el sonido de las bocinas y del grito de guerra de los israelitas. El relato bíblico describe que se inició una campaña militar violenta tras esta victoria; esta campaña creó una reputación de los israelitas que se convirtió en el estándar con el cual se describirían y medirían las campañas posteriores. Era utilizado a modo de monumento conmemorativo, como se ve en la frase “como hiciste a Jericó y a su rey” (Jos 8:2; 10:1, 28, 30).
Otras menciones de Jericó se pueden encontrar en referencia a la reconstrucción del sitio en el siglo 10 a.C. por parte de Hiel el betelita (1 Rey 16:34). La Biblia también menciona una cofradía profética ubicada en Jericó (2 Rey 2).

Nuevo Testamento. Dos relatos del evangelio se ubican en Jericó o en sus alrededores: la sanación del hombre(s) ciego y el relato del encuentro de Zaqueo con Jesús (Mat 20:29–34; Mar 10:46–52; Luc 18:35–43; 19:1–10). El autor de Hebreos menciona la conquista de Jericó del Antiguo Testamento en Heb 11:30.

Localización de Jericó 

Historia de ocupación

Jericó fue habitada desde la prehistoria hasta los tiempos modernos, con algunos intervalos periódicos y reubicaciones leves.

Período epipaleolítico. Las ruinas más antiguas datan del décimo o noveno milenio a.C. Kenyion identificó este primer asentamiento como una ermita o santuario. El período mesolítico también atestigua un asentamiento extendido de viviendas como chozas, las cuales no eran contemporáneas del santuario (Kenyon, “Jericho”, 675; The Architecture and Stratigraphy of the Tell, 271–74, pl. 144b).

Período neolítico. Gran parte de los análisis de la cronología del sitio dividen el período neolítico en cuatro fases:

  1. Período neolítico de pre-cerámica A-consistió de una larga ocupación de viviendas redondas hundidas, con un muro construido después. Un foso posiblemente defensivo fue construido contiguo al exterior y se ubicó una importante torre dentro del muro, lo que sugiere que el muro tenía una función militar (Kenyon, “Jericho”, 675–76; Kenyon, Architecture and Stratigraphy, 18–61, pls. 4, 6). Sin embargo, Baruch-Yosef argumenta que era simplemente un muro de contención que fue modificado y mantenido durante seis fases de construcción (Baruch-Yosef, “The Walls of Jericho”, 159–61).
  2. Período neolítico de pre-cerámica B-Las casas de este período era más elaboradas, grandes y cuadradas (en contraste con la preferencia de sus antecesores por viviendas redondas). Se agrupaban alrededor de un patio. Reconstrucciones individuales indican que esta cultura tenía una existencia larga y continua (Kenyon, “Jericho”, 677; Kenyon, Architecture and Stratigraphy, 181–91; pls. 115, 263a-c). La presencia de cráneos de yeso en varias viviendas sugiere que los habitantes de este período pudieron haber practicado la adoración de sus ancestros—muy común en este período. Los habitantes aparentemente removían los cráneos de los cadáveres y usaban yeso para dar la apariencia de características faciales. Estatuillas de barro también estarían asociadas con este culto ancestral, o quizá representen los dioses adorados por esta cultura (Kenyon, “Jericho”, 677; Kenyon, Architecture and Stratigraphy, 77, 432–39, pls. 50b-59).
  3. Período neolítico de cerámica A-Demuestra una recaída en la progresión cultural. La gente de esta época volvió a viviendas en fosos (Kenyon, “Jericho”, 677–78; Kenyon, Architecture and Stratigraphy, 189–92, pl. 118b).
  4. Período neolítico de cerámica B-Parecido a la cultura del neolítico de cerámica A, pero claramente diferenciado. La gente durante este período construía sus viviendas encima de las del Período neolítico cerámico A, y construyeron sobre la superficie. La cultura también tuvo una presencia regional más amplia, a diferencia del período neolítico cerámico A. El muro de la ciudad pudo haber sido reconstruido durante esta época (Kenyon, “Jericho”, 678; Kenyon, Architecture and Stratigraphy, 94–95, pls. 74b, 75, 228b).

Edad de Bronce temparana.

Después de un período de abandono significativo, Jericó parece haber sido nuevamente habitada a comienzos de la Edad de Bronce. Tumbas de fuste, arquitectura residencial, posibles muros de fortificación y una torre, y el santuario de Garstang apoyan esta hipótesis. Varias fases de construcción de un nuevo muro de la ciudad están presentes en restos provenientes de principios de la Edad de Bronce temprana II y III, las cuales son coherentes con los varios cientos de casas que Kenyon y Garstang excavaron. Los restos materiales indican que los habitantes comerciaron con Egipto, Siria y otros.
La primera Edad de Bronce temprana III muestra una severa declinación y destrucción de la cultura de la primer Edad de Bronce. La Edad de Bronce posterior está representada tan solo por unas pocas casas y muchas tumbas de fuste que reflejan las prácticas de entierro secundario. Esta área casi abandonada pudo haber sido utilizada como zona de entierro por varios grupos (Garstang, Jericho: City and Necropolis, 73–74; Kenyon, “Jericho”, 678–79; Kenyon, Architecture and Stratigraphy, 97–105, 193–213, 257–66, 325–38, 341–46, 372–74).

Edad de Bronce media.

En la Edad de Bronce media, las viviendas nuevas eran protegidas por fortificaciones masivas típicas de ese período. Había murallas de tierra cubiertas con yeso que conectaban con los muros de la ciudad. Los ocupantes de este período pudieron haber estado asociados con los amorreos, cananeos e hicsos. La ciudad de Jericó durante este período estaba concentrada alrededor de la puerta. Una serie de tumbas y entierros dentro de la necrópolis han producido depósitos de materiales tales como muebles, textiles, objetos de valor y cerámicas, los cuales permitieron a Kenyon producir una tipología de la cerámica muy bien desarrollada. Como muchos sitios en el Levante en esta época, esta cultura fue destruida por incendios hacia el final de la Edad de Bronce media. Estas destrucciones pudieron estar vinculadas con la expulsión de los hicsos de Egipto y la consiguiente persecución por parte de los faraones de la décimo-octava dinastía (Kenyon, “Jericho”, 679–80; Kenyon, Architecture and Stratigraphy, 108–11, 167–71, 215–19, 346–70, 374–75).

Edad de Bronce tardía.

La ciudad permaneció sin fortificación durante los finales de la Edad de Bronce tardía, y se inició un ocaso urbano, demostrado por la escasa y fragmentaria arquitectura doméstica. Además de un muro parcial y el piso doméstico que incluía un horno y un jarrito que datan del siglo 14, solo sobrfeviven las “construcciones medias” y el “palacio”. Las tumbas de la Edad de Bronce media fueron reutilizadas en la Edad de Bronce tardía y sólo fue ocupada un área pequeña del tel (Kenyon, “Jericho”, 680; Kenyon, Architecture and Stratigraphy, 371, pls. 199a, b). A pesar de que Garstang estaba convencido de que había encontrado confirmación del Bronce tardío de la destrucción israelita en Jericó, probablemente identificó de modo erróneo la evidencia de destrucción de períodos anteriores (Garstang, The Story of Jericho, 131–54; “Jericho and the Biblical Story”, 1222; “Jericho: City and Necropolis”, 118–30, pls. 13–44; Bienkowski, “Jericho was Destroyed in the Middle Bronze Age, not the Late Bronze Age”, 45–49, 68–69; Kaiser, (h.), The Old Testament Documents, 109–18; Kenyon, Digging Up Jericho, 261–262; “Jericho”, Archaeology and Old Testament Study, 265–67; “Jericho”, 680; The Bible in Recent Archaeology, 33–37; Archaeology in the Holy Land, 182; Holland, “Jericho”, 223; Wood, “Ramesses to Shiloh”, 262–64). Sin embargo, Wood propone que la Ciudad IV de Jericó da testimonio de una destrucción del siglo 15 (Wood, “Ramesses to Shiloh”, 262–64; “Did the Israelites Conquer Jericho?”, 44–58; “Dating Jericho’s Destruction”, 45, 47–49, 69–69).

Edad de Hierro.

La zona parece haber permanecido casi abandonada a lo largo de la Edad de Bronce tardía y entrando en la Edad de Hierro. El sitio fue reconstruido alrededor del siglo 10, quizá por parte de Hiel de Bet-el (1 Rey 16; Weippert y Weippert, “Jericho in der Eisenzeit”, 105–48). Los registros arqueológicos dan fe de la Edad de Hierro IIc; y todas las excavaciones importantes han documentado esta fase ocupacional. Kenyon ha señalado las construcciones tripartitas asociadas con la arquitectura pública israelita, y las manijas lmlk confirman que Jericó estaba involucrada en las preparaciones de Judea para la invasión asiria. Sin embargo, la ubicación de estos artículos en las laderas más bajas del tel indican que la ciudad aún estaba sin fortificar en esta época. El sitio estaba asentado de manera extensa hacia el siglo séptimo. No obstante, en el siglo sexto, la ciudad fue destruida por las conquistas de Babilonia en Judá. Más allá de este período, restos como unas pocas asas de jarras “Yehud”, algunas sepulturas romanas y una ánfora de Rodas, solo dan testimonio de ocupaciones menores y temporales (Kenyon, “Jericho”, 680–81; Kenyon, Architecture and Stratigraphy, 111–13, 171–72, 219).

Ocupación en Tulul Abu el-’Alayiq en el período del segundo templo. Después de la destrucción babilónica, el tel es-Sultan nunca fue reubicado en forma permanente o a gran escala. A pesar de la probabilidad de alguna ocupación, la construcción moderna impide cualquier investigación posterior acerca de este asunto. Durante el período hasmoneo, Juan Hircano I construyó un palacio con piscinas recreativas, un mikve, campos agrícolas y canales, y presas a lo largo de las riberas del Wadi Qelt en Tulul Abu el-’Alayiq. Más tarde, Alejandro Janeo y Salomé Alejandra expandieron este palacio para su propio uso. Una vez que Herodes el Grande tomó posesión del territorio, construyó un palacio de invierno con un gran complejo de edificaciones y piscinas en la ribera contraria al palacio hasmoneo. Después de que el terremoto en 31 a.C. destruyera el palacio hasmoneo, construyó un segundo palacio sobre sus ruinas. Una expansión mayor en 15 a.C ensanchó el palacio hacia ambos lados del Wadi Qelt. La instalación contaba con un hipódromo, un teatro y posiblemente un gimnasio. Las construcciones residenciales fueron construidas en la región alrededor de estos complejos palaciegos (Netzer, “Tulul Abu el-’Alayiq, Exploration Until 1951”, 682–83; Netzer, “Tulul Abu el-’Alayiq, Exploration Since 1973”, 683–91).

Bibliografía

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