Lectura: Colosenses 1:9-18

En el año 2001, la industria cinematográfica nos presentó la película sobre una Mente Brillante, basada en la novela homónima de Sylvia Nasar (1928-2015), la cual nos cuenta la increíble historia del profesor de Princeton John Nash, quien a pesar de padecer de esquizofrenia, una enfermedad por la cual se comportaba de forma extraña, sufría alucinaciones, y por ende se le hacía muy difícil relacionarse con otros; llegó a ser una eminencia en el campo de las matemáticas gracias a los cuidados de su esposa y al tratamiento médico. Este hombre incluso llegó a obtener uno de los mayores logros académicos: el premio nobel en la categoría de economía.

En una escena de la película el personaje principal dice: “Siempre he creído en los números, las ecuaciones y la lógica que llevan a la razón… mi búsqueda me ha llevado por lo físico, lo metafísico y el delirio, y me ha traído de vuelta.  Y he hecho el descubrimiento más importante de mi vida.  Es sólo en las misteriosas ecuaciones del amor donde se puede enmarcar cualquier razón lógica”

En nuestra lectura devocional nos encontramos con la “ecuación misteriosa del amor”, cuyo resultado final es el disfrute del amor de Dios por nosotros, Jesús es la imagen visible del Dios invisible, quien por amor nos creó y sostiene (Col.1:16-17).  Gracias a ese amor verdadero, hemos sido librados de los poderes de las tinieblas (Col.1:13) y lo más importante hemos sido perdonados de nuestro pecado debido a su sacrificio en la cruz (Col.1:14).

El mismo apóstol Pablo, en la epístola a los Efesios vuelve a reforzar este principio sobre el amor de Dios que “sobrepasa todo conocimiento” (Ef.3:19).

  1. El amor de Dios es inexplicable y misterioso, pero fácil de experimentar.
  2. Es por ello que hemos de vivir en ese amor, mostrando a otros lo que Él puede hacer por nosotros.

HG/MD

“Y nosotros hemos conocido y creído el amor que Dios tiene para con nosotros. Dios es amor. Y el que permanece en el amor permanece en Dios y Dios permanece en él” (1 Juan 4:16)