Lectura: 2 Corintios 5:1-8

Cada vez es más común oír sobre millonarios que se “heredan” a sí mismos, con la esperanza de que luego de su muerte y ser preservados a bajísimas temperaturas, de alguna forma logren ser “resucitados” en un futuro. 

Para hacer esto, han firmado lo que se denominan “fideicomisos de reactivación personal”, con el propósito de que cuando los científicos los resuciten, estén esperándolos.

Aun si algún día fuese científicamente posible “resucitar”, buscar la vida eterna lejos de Dios que de por sí ya es inmortal, es tratar de hallar la esperanza en el lugar equivocado.

El apóstol Pablo afirmó que Dios es la única fuente para la inmortalidad (1 Timoteo 6:16).  La muerte para los seres humanos es universal, aun los que fueron resucitados por algún tiempo como Lázaro, finalmente murieron (Juan 11:38-44; 12:9-11); además, luego de la muerte, también hay un hecho que inevitablemente te espera: serás juzgado (Hebreos 9:27).  Todo esto sucederá como resultado del pecado, y la única manera de salir bien de ese juicio es por medio de Jesús (Juan 3:16-17).  Al resucitar, nuestro Señor venció el poder de la muerte y mostró el único camino a seguir si quieres ser salvo eternamente (2 Timoteo 1:10).

Así que, tu respuesta ante el futuro que te espera, no debe ser conservar tu cuerpo en un frío extremo, sino acercarte al tibio abrazo del Señor quien está esperando que aceptes su regalo de vida eterna (Juan 17:3).

  1. ¿Estás listo para tu viaje a la eternidad?  Si no es así, no esperes más, Jesús está esperándote para que puedas abordar el camino junto a Él.
  2. La eternidad es un tiempo muy largo, decide hoy donde la pasarás, esa es la mejor herencia.

HG/MD

“Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo a quien tú has enviado” (Juan 17:3).