Lectura: Marcos 2:1-12
En el siglo pasado una de las enfermedades más temidas era la poliomielitis, fue conocida como “parálisis infantil” debido a que los niños eran especialmente sensibles a sus efectos. Antes de que apareciera la vacuna preventiva a mediados de la década de 1950, miles de personas se infectaron y murieron en todo el mundo.
Por mucho tiempo, incluso durante los años cuando nuestro Señor tuvo su ministerio, la parálisis se consideraba una enfermedad incurable.
No obstante, un grupo de buenos hombres estaba convencido de lo contrario, ya que habían oído de un nuevo maestro llamado Jesús, y estaban seguros de que Él podía ayudar a su amigo paralítico. Por eso, mientras Jesús predicaba en Capernaúm, cuatro de ellos lo llevaron hasta allí. Como la multitud les impedía acercarse al Señor: “destaparon el techo donde Jesús estaba y, después de hacer una abertura, bajaron la camilla en que el paralítico estaba recostado” (Marcos 2:1-4).
“Y viendo Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: Hijo, tus pecados te son perdonados (Marcos 2:5), y agregó: “¡levántate, toma tu camilla y vete a tu casa!” (Marcos 2:11).
Qué increíble fue ver la fe en acción de estos cuatro hombres quienes hicieron lo impensado por amor a su amigo; como resultado de aquella acción, nuestro Señor Jesús le perdonó sus pecados y lo sanó.
- Cada vez que un amigo o familiar enfrente algún problema que lo esté afectando o tenga una crisis espiritual, tienes el privilegio de orar por él y por supuesto guiarlo hacia Jesús.
- El único que puede curar la enfermedad incurable del pecado y darte vida nueva es Jesús.
HG/MD
“Y viendo Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: Hijo, tus pecados te son perdonados” (Marcos 2:5).
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